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En el año 1980 el pueblo uruguayo le dijo NO al plebiscito que pretendía instalar una constitución promovida por el gobierno cívico-militar del momento, esto fue un enorme paso para la posterior restauración democrática.

Hoy, más de 60 años después, son otras las sombras que merodean sobre nuestra convivencia democrática pero a las que también debemos decir NO!.

Der. a izq. el Dr. Enrique Tarigo, Jorge Batlle y Julio M. Sanguinetti.

En un recordado debate, quizá el más relevante de cara al plebiscito de 1980, el Dr. Enrique Tarigo se plantó firme y les dijo en la cara a los exponentes por el SI lo que pensaba. No titubeó y fue cristalino en su exposición, por ejemplo al afirmar:

“Soy anticomunista porque soy demócrata, no me digo demócrata porque soy anticomunista..”

Enrique Tarigo – debate NO canal 4 año 1980

Es notorio que en nuestros días la amenaza no es más el comunismo internacional, al menos no como fenómeno viable, ya que ha demostrado su total fracaso. Pero sin duda existen otras amenazas, llevándolas a la siempre cómoda dicotomía izquierda-derecha, que aunque sumamente espúrea para el análisis de los fenómenos político-ideológicos, resulta útil como denominador común de cara a la opinión pública, las amenazas a la democracia actuales vienen tanto de la izquierda como de la derecha.

Identifico entre ellas tres como las más importantes:

La primera es el populismo, el cual no reconoce ideologías y es un fenómeno que prolifera en torno a los altibajos del sistema, en algunas naciones durante ciclos de bonanza, en otras en cambio a la sombra de crisis sociales y/o económicas.

La segunda está asociada directamente a los “nuevos” medios de comunicación e interacción social, y es las denominadas noticias falsas: no solamente apuntando al significado exacto de dichas palabras, sino extendido a la planificación y organización sistemática de campañas para desinformar a la ciudadanía. Éstas tienen un efecto profundamente dañino, ya que se complementan con el tercer fenómeno que identifico y al cual están íntimamente ligadas: 

“La inmediatez en el daño y la nula capacidad de reparación”.

Con esta frase quiero exponer que actualmente, el daño que produce una campaña de noticias falsas, un escrache en redes, un video o foto sacado de contexto, etc producen por su inmediatez, un daño brutal en muy poco tiempo; daño que luego, por las características propias de los medios actuales (se premia el titular polémico, se lee poco, no existen mecanismos de respuesta válidos que la opinión pública contraste) resulta imposible de reparar y por ende se vuelve atractivo incurrir en ese tipo de prácticas.

Allí radica entonces, en mi humilde opinión, el mayor desafío de nuestros tiempos, lograr comprometer a una sociedad que no se interesa de la política, pero que reacciona a los estruendosos titulares; establecer mecanismos que permitan dejar en evidencia a aquellos que, desempeñando la actividad política, se valgan de herramientas oscuras y actitudes que debilitan el sistema democrático y, por último pero no menos importante, transparentar la forma en que se financia y realiza la actividad política, en el entendido de que es ella la que apuntala la democracia.

Nuestra sociedad no está a salvo, estos fenómenos llegaron hace muchos años y ya están establecidos, quizá por un tema de escala y de disposición de recursos, sumado a un profundo arraigo de los valores democráticos nos hemos mantenido en una zona de relativa seguridad, pero eso no es garantía de que se mantenga así.

La reflexión que pretendo provocar con estas líneas es cómo cada uno, desde su lugar, decirle “NO” a estos fenómenos que tienen como resultado único el deterioro de la  convivencia democrática y la tolerancia, y sin las cuales ya sabemos a lo que nos exponemos.


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