Las Raíces del Golpe Militar (XIII)

Las Raíces del Golpe Militar (XIII)

Los mismos de siempre

Era la madrugada del viernes 29 de mayo de 1970, cuando un comando tupamaro –liderado por Sendic, compuesto además por cuatro cañeros-  invadió el Centro de Instrucción de la Armada, en el extremo sur de la península montevideana. Fernando Garín un marinero que prestaba servicios en esa unidad -reclutado para el movimiento, poco tiempo antes por Lucas Mansilla- fue quien proporcionó la información para el asalto. 

El cabo de guardia, Garín, dispuesto a comenzar la primera ronda de rutina, subió hasta la azotea, en dirección a su compañero centinela, y cuando estuvo a su lado, echó mano a la pistola de reglamento y apuntándole, lo forzó a que le entregar el arma y se acostara boca abajo… luego, desde lo alto y con el fusil M-16 apuntando al “puerta” le ordenó que abriera el portón, para así dejar ingresar a sus compinches. 

Culminaría sin contratiempos el operativo, no habiendo disparado un solo tiro, partiendo los complotados en tres camiones de la propia marina, repletos de armas. Pese a que la Armada nunca reveló el total de armas robadas, extraoficialmente, se pudo saber, que se trató, de 4 sub ametralladoras Thompsom, 90 fusiles, 150 fusiles semiautomáticos Garand M-1, 4 fusiles M-16, 4 metralletas Raissing, 7000 proyectiles, un número indeterminado de granadas y 6 radios-transmisores de mochila.

El arsenal en manos del movimiento extremista se convirtió en una espada de Damocles para políticos y militares. Se pensó que irían a desatar una escalada en su accionar; y a raíz de esa conjetura, se registraron dos incidentes de insumisión en los cuerpos militarizados, a partir de los cuales el personal armado de la Policía, decidió no volver a salir más a la calle en esas condiciones.

Insólita conjura para derrocar al Presidente

En pleno altercado se produce un hecho verdaderamente insólito: un abogado de los insubordinados de la Guardia Republicana  [El Dr. Caracé Hernández, según surge del relato de los hechos, del diputado Gutiérrez Chirimello, publicado el 1º de julio del 70 en El Debate] solicita, por intermedio de los presos de Punta Carretas, un encuentro entre la Dirección del MLN y emisarios del grupo político Herrera-Heber, que dirigía es ex presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Alberto Héber Usher. 

En la tardecita del viernes 2 de junio de 1970, se produjo el encuentro poco conocido, pero -por su gravitación en los años siguientes- bien habría merecido una mayor trascendencia. Lucas Víctor Mansilla Calleros por el MLN y Héctor Gutiérrez Ruíz y Alberto Gutierrez Cirimello por los nacionalistas, departieron durante algo más de una hora, en un lugar oculto de Montevideo. El primero, integrante por entonces del movimiento Por la Patria, [lo había cofundado en 1968, junto a Wilson Ferreira Aldunate] y el último, comisionado por el sector Herrerista y el presidente del Diretorio nacionalista, en consecuencia se trataba de una representación auténtica del Partido Nacional.                                                                       

Consultadas diversas fuentes respecto al contenido de la enigmática conversación, todos los relatos coinciden en afirmar, que el planteo de los legisladores blancos, habría comenzado reconociendo cierta analogía entre las revoluciones blancas del siglo XIX y la acción rebelde, de los movimientos armados del 60, antes de pasar a exponer sus planes.      

Según lo narrado, así fueron las primeras palabras, “El partido que  representamos, ve con simpatía la labor del MLN-T, a quien comparamos con los contingentes armados de Aparicio Saravia… entendemos conveniente mantener estrechos contactos, para profundizar en el conocimiento mutuo que permita llegar en el futuro a acuerdos de fondo”. Expuestas las coincidencias y la necesidad de profundizarlas, los integrantes del coloquio, se dedicaron a rememorar pasajes puntuales de la historia, evitando -como es lógico- referirse a aquellos aspectos discordantes, que seguramente habrían afectado el buen talante de la conversación.

Finalmente y luego de un instante de suspenso los diputados blancos pasaron a formular sus intenciones y trasmitieron su petición, “…a tales efectos solicitamos una tregua de 45 días [de la lucha armada], en los que con las fuerzas que contamos en los Cuerpos Policiales y en la Fuerzas Armadas promoveremos el derrocamiento del gobierno de Pacheco Areco… y cuando esto se haya concretado, volveremos a conversar acerca de un plan de gobierno común, con amnistía para los presos del MLN-Tupamaros y la integración de algunos miembros [del Movimiento] a nivel de gobierno…”

En líneas generales la propuesta fue muy bien recibida, sólo alguna voz disonante habría manifestado su desconfianza: “no creía en la honestidad de los Héber y consideraba que todo, no era más que un señuelo para conseguir una tregua, tregua que prestigiaría políticamente a los blancos, sin beneficio cierto para el Movimiento. Además, -según el informante anónimo- consideraba que era una decisión demasiado importante para adoptarla sin consultar a los Comandos de Columna”. Finalmente se  impuso la posición oportunista de Sendic, “dado que no estaba prevista ninguna acción en los siguientes veinte días [por lo que en realidad no se estaba haciendo ninguna concesión] y además, nada se arriesgaba, dado que la negociación, se había acordado que fuera secreta”.

La tregua pactada

El 13 de junio se iniciaba la tregua unilateral de los Tupamaros, al tiempo que la Policía -ajena a los acuerdos- continuaba con los operativos en busca de las armas; y los colorados -desconociendo por completo la conspiración- no dejaban de ver intenciones dolosas, en cada acción de sus colegas blancos. Los generales Aguerrondo y Vadora, estaban en permanente contacto con los hermanos Héber,  -y con Wilson Ferreira Aldunate a través del diputado Gutierrez Ruiz, al que informaban a diario sobre la interna militar- suscitando comprensibles suspicacias en el partido de gobierno.   

A sólo dos días de comenzada la tregua, el diario EL DEBATE, que pertenecía al grupo de los Héber, viola el secreto, dando una “noticia exclusiva”, aun cuando, sin ajustarse estrictamente a la realidad de los hechos. En su edición del lunes 15, el matutino, con un destacado encabezado, decía “estar ahora, en condiciones de confirmar, una noticia que fuera adelantada el pasado jueves 11 por nuestro diario” [dos días antes de comenzar la tregua y tres antes de que el MLN anunciara su decisión]. El comunicado de la organización clandestina, anunciaba “un compás de espera de 15 días, de todo tipo de ataque a los efectivos policiales, a la espera de una “recapacitación” sobre lo que entienden como un ensañamiento criminal de las fuerzas represivas”.     

El Poder Ejecutivo clausura por cinco ediciones regulares a El Debate. Dice el decreto, [visto] “La conducta periodística del diario… considerando: que muchas de sus publicaciones se caracterizan por hacer afirmaciones sobre hechos inciertos, que desprestigian las instituciones… que el PE está obliga a salvaguardar y defender”.  

Cumplida la suspensión, en un suelto editorial, EL DEBATE,  bajo el título de –SÓLO LOS TRAIDORES O LOS EUNUCOS QUEDARON INDIFERENTES escribe:

Ningún sector verdaderamente nacionalista, dejó de conmoverse y expresar su repudio ante la medida de gobierno. Quienes han elegido acompañar este gobierno despótico, y medrar a su sombra a la búsqueda de un poquito de poder, se dieron un gran lujo, que posiblemente les cueste demasiado caro: ir contra la historia. El Debate, expresión de un partido de hombres y mujeres nacionalistas, no calló su voz. El gobierno, al intentar hacerlo desaparecer, cometió un grave error; el de todos los tiranos, que creen que el pueblo puede ser clausurado por decreto. 

Wilson Ferreira envía una nota al Directorio del Partido en donde se refiere a la clausura como “un nuevo avasallamiento” y agrega: 

Ahora la bofetada ha sido dada a nuestro Partido. No puede ya el Presidente de la República alegar prédica foránea y extranjerizante para justificar este atropello. Las raíces de nuestra Patria y del Partido Nacional van unidas”

El 2 de julio acabó el plazo acordado y como prueba inequívoca de la tregua, por la noche misma de ese día, se procesaron –por parte de los extremistas- acciones de desarme de agentes policiales, con un saldo de varios de ellos heridos y uno muerto.

El Partido Comunista celebrando los tres lustros de su risorgimento –luego de la purga a los Gómez y el entronizamiento del todopoderoso Rodney Arismendi- dedica una página de su vocero EL POPULAR, convocando a “¡VOLTEAR AL GOBIERNO AHORA!”. Nueve consigna enlazadas, 

“15 años de acusación al régimen; 15 años por la revolución; 15 años por elevar a la juventud uruguaya; 15 años de lucha solidaria, patriótica e internacionalista; 15 años por convertirse en la avanzada; 15 años jalonados con mártires… y héroes de mil hazañas de la lucha popular; 15 años que se festejarán con una gran campaña propagandística y agitativa, de difusión ideológica y política, de reclutamiento acelerado; 15 años que se festejarán en medio de la más dura y prolongada lucha del pueblo contra la oligarquía. 15 años que se festejarán bajo una consigna: ¡VOLTEAR AL GOBIERNO AHORA! único camino definido y combativo…” 

La apología del delito, claramente expresada en esa página,  provocó, como inmediata respuesta del PE, una nueva clausura del diario, amparado en las MPS.

El golpe de Estado, evidentemente no ocurrió y el diario no cumplió con el acuerdo de mantener en secreto la tregua unilateral -dos días antes de iniciarse, anunciaba como primicia EL DEBATE, la decisión que habría de adoptar con posterioridad el grupo armado- no obstante los acuerdos continuaron -ya más como una relación de tipo comercial- con pingües beneficios para las dos partes. 

Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].   

Las Raíces del Golpe Militar (XII)

Las Raíces del Golpe Militar (XII)

La buseca de la discordia

La buseca, con la que había convidado el matrimonio Vadora a sus amigos, la noche del jueves 24 de julio de 1969, en su residencia de Punta Gorda, no desató la Guerra de Troya -como la Manzana dorada de la Discordia que arrojó la diosa Eris en plena boda de Peleo y Tetis-  pero sin duda, fue un mojón fundamental en el desarrollo de los acontecimientos que acabaría con el golpe de Estado, el 9F.

El episodio cobró relevancia al conocerse la identidad de los comensales. El dueño de casa, el por entonces coronel del Ejército Julio César Vadora había decidido agasajar a un grupo de amigos y altos oficiales Superiores de las Fuerzas Armadas, con un estupendo guiso criollo, cuando la noticia llega a la sede policial de San José y Yí, su Jefe el coronel Romeo Zina Fernández -probablemente sugestionado por los antecedentes de algunos de los invitados- decide actuar sin apartarse del principio de legalidad, pero con inusitado rigor. 

Por ser el coronel Ramón Trabal el coordinador ejecutivo, le correspondía conducir el operativo policial. Lo cual, ciertamente no era de su agrado, pues sabía a qué se arriesgaba al tener que entrometerse en los túrbidos asuntos de sus compañeros de armas de mayor graduación, pero -como buen profesional, en cumplimiento de sus deberes funcionales- debió acatar la misión que se le había encomendado.

Los nombres de los militares y políticos reunidos esa noche no fueron conocidos en su totalidad. El parte que arrojó el operativo, sólo menciona a ocho oficiales superiores, a saber Ballestrino, Núñez, Ramírez Techera, Spalza, Morales, Álvarez [los dos hermanos] y Vadora [el invitante] sin embargo –ateniéndose, a la cantidad de autos ajenos a la cuadra, se presume que fueron muchos más. Algunos vecinos habrían facilitado el egreso de quienes querían escapar al fichaje policial. 

De acuerdo a la versión leída en la Cámara por el diputado Gutiérrez Ruíz -extraída del diario La Prensa de Buenos Aires, en su edición del 30 de junio- a poco de haber comenzado la velada, 

“De pronto, una llamada telefónica de un vecino hizo saber a la señora de Vadora que su casa y toda la manzana, estaba rodeada por efectivos policiales, armados  con ametralladoras de mano. Los participantes de la reunión creyeron que se trataba de una broma y comentaron risueñamente el aviso. Sin embargo el ladrido de los perros de la vecindad les hizo pensar que realmente ocurría algo extraño en las afueras. Una somera observación permitió al dueño de casa cerciorarse de que hombres uniformados estaban apostados en un terreno baldío lindero y que un individuo trepado a un árbol, intentaba observar los movimientos del interior de su casa. (…) Para cerciorarse de la realidad de los hechos (…) llamó por teléfono a la jefatura de policía pidiendo comunicación urgente con el jefe, coronel Romeo Zina Fernández. (…) Como el llamado del jefe demoraba pidieron comunicación con el “jefe de día”, que era el coronel Ramón Trabal. Este les informó que el procedimiento había sido ordenado por el coronel Zina Fernández; pero que lo único que tenían que hacer era individualizarse y que podían retirarse libremente en el momento en que desearan hacerlo. (…) Pasaron dos horas sin novedades y entonces, ya cerca de la medianoche, los participantes de la cena empezaron a retirarse con variados intervalos. (…) A medida que los oficiales se retiraban y acreditaban su identidad les pedía excusas por haberlos molestado. El dueño de casa a las 8:30 del día siguiente se uniformó para ir a presentar sus quejas al inspector general del ejército. Cuando iba a sacar el coche, una camioneta policial se le atravesó en el camino y le exigieron identificarse pese a vestir uniforme. Mientras estaba en la inspección del ejército, elementos policiales con orden judicial de allanamiento, penetraron en su domicilio. (…) Una investigación realizada por el corresponsal [de La Prensa] (…) le permitió saber que las reuniones de camaradas de armas del coronel Vadora son habituales y que los ocho jefes incluidos en este episodio se manifiestan “legalistas y respetuosos de las Constitución y las leyes, y de los poderes legalmente constituidos” 

Al coronel Trabal le valió el patíbulo cadalso

La policía, como en 1946 [cuando la conjura fallida de una treintena de policías y militares encabezados por el coronel retirado Esteban Cristi, padre del general Esteban Rivera Cristi Nichelet, protagonista del golpe del 9 de febrero del 73] había actuado con diligencia, sin desmanes. Aun cuando, amparada en las medidas prontas de seguridad, las autoridades policiales habían procedido con la debida ponderación en defensa del orden institucional. 

Sin embargo, en esta ocasión, el comportamiento policial no recibió el reconocimiento unánime del conglomerado político, por el celo institucional demostrado en la ocasión. La bancada de diputados del sector Herrera-Heber del Partido Nacional, en la primera ocasión -el miércoles 2 de julio- presentaría una minuta de comunicación, expresando al Presidente de la República, su “enérgica protesta” por la actuación policial y “la pasividad negligente del Ministerio de Defensa Nacional”

A continuación, en la exposición de motivos de la referida minuta, los legisladores blancos dicen no vislumbrar la finalidad de tales medidas, “como no sea menoscabar la dignidad de las fuerzas armadas”. Por lo cual, reclaman un pronunciamiento de la Cámara en el sentidos que proponemos”. Entre los firmantes sobresalían Mario Heber, Luis Alberto Salgado, Alberto Gutiérrez Cirimello, Héctor Gutiérrez Ruíz y Walter Santoro.

Comentando el episodio en su libro, La agonía de una Democracia, tiene razón Sanguinetti al señalar que, “En la dirigencia del Partido Nacional  –es evidente- se privilegia la filiación blanca como un factor de cercanía; en el gobierno hace rato que se aprendió que lo más importante es la formación del militar y hasta dónde llega su lealtad institucional frente al reciente impulso por desbordar los marcos legales”.                                                                                                                                                                                

Haber dirigido el operativo, a Ramón Trabal, le valió la desconfianza y permanente actitud de sospecha de algunos generales, que no pararon hasta su confinamiento en París en 1974, como agregado militar, en donde habría de encontrar la muerte, tras un enigmático atentado. 

Es así que, la Buseca se convertiría en un capítulo casi alegórico. Una fase más de los ensayos -aunque no la  última- de preparación para la puesta en escena del golpe de Estado. 

La última, hasta donde se sabe, iba a ser un año después -a mediados de l970- cuando el sector Herrerista del Partido Nacional y la Dirección del MLN-Tupamaros, habrían de celebrar sorprendentes entendimientos -en principio para derrocar al Presidente Pacheco- y posteriormente, para convertir esa relación, en una solapada alianza, con variados y cuantiosos beneficios para las dos partes. 

                                    Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].

Las Raíces del Golpe Militar (XI)

Las Raíces del Golpe Militar (XI)

El país seguía rumbo al despeñadero

Las principales fuerzas en pugna comenzaban a delinearse en el firmamento nacional. Con anterioridad al surgimiento de la logia militar, el 30 de abril de 1964, el Coordinador [alianza estratégica de los grupos insurgentes] se conviería en una organización político-militar y aprueba un documento de la pluma de Raúl Sendic titulado, “Ningún cordero se salvó balando” y firmado al pie, con una clara consigna, “Armate y espera. En los siguientes días, en forma de pasquín clandestino, se le dio al escrito una extraordinaria difusión, en el ámbito laboral y estudiantil. El éxito de esa furtiva práctica comunicacional habría de hacerse luego muy habitual [una hoja plegada al medio prolijamente impresa a mimeógrafo denominada Carta de los Tupamaros] para arengar con una predica sagaz y reiterando machaconamente una aviesa frase, ¡Mata un Policía y te convertirás en héroe! 

El 11 de marzo llegaba una nueva marcha de los cañeros de Bella Unión, acompañada de su parafernalia ya tradicional, y el 11 junio, tres cañeros asaltan el Banco de Cobranzas y luego de un tiroteo se alejan con medio millón de pesos. La sucursal estaba situada en la planta baja del edificio en el que estaba refugiado Sendic, en la clandestinidad desde el 1º de agosto del año anterior. 

El último martes de ese junio, es detenido y procesado un desconocido José Alberto Mujica Cordano, de 29 años de edad, al pretender robar a un pagador, los sueldos de los trabajadores de Sudamtex. Los ocho meses que estuvo privado de la libertad, por intento de rapiña en la cárcel de Miguelete, iban a ser su primera prisión importante. Anteriormente sólo tenía registradas algunas “entradas”  en la comisaría, por el robo de flores, que luego vendía en las feria del Cerro  como producidas en la huerta de su madre. Pero, ya  para entonces egresaba instruido, mejor formado en la academia del malevaje, de los balandras y batidores, y volvía a sus flores. Iba a ser recién en 1967 que José Mujica ingresa al MLN como colaborador, junto a David Melián, relacionando a la Organización con algunos elementos vinculados al contrabando.

El lunes siguiente a la fundación de la camarilla militar el vocero del herrerismo, El Debate, parecía cobrar nuevos bríos. Luego de arremeter -sin mucho sustento, pero con desmesurado empeño- contra el Ejecutivo colegiado, promoviendo formas autoritarias; decía en su columna editorial del 31 de agosto, “El gobierno Ubede [de su mismo partido] carece de sentido de patria; de historia y de vida. Faltándole esas tres cosas, ejercer el poder debidamente, resulta poco menos que imposible. En todo caso frente a un Poder Ejecutivo anodino y débil, queda demostrado que andamos a trasmano de la época, que no es así como nuestro país logrará un mejor futuro. El gobierno ubede es una parodia del poder y lo seguirá siendo a medida que desborden los problemas, que crezca la marea social…”  y alentando nuevas intentonas golpistas, el matutino blanco -en lugar destacado de su página editorial- transcribía el discurso de José Antonio Moreno González, ex embajador del Paraguay en Montevideo, al cumplirse diez años del golpe del 8 de Mayo, que entronizó al dictador Alfredo Stroessner. Ensalzando hasta el hartazgo la figura del mandatario, decía Moreno: “…gobernante visionario, estadista educado en la escuela del patriotismo, que conoce los resortes más sensibles del espíritu dinámico (…) presenta al mundo exterior una nueva fisonomía paraguaya, signada por la paz, la armonía, el orden (…) para que el mundo en general, y la comunidad americana en particular, tome nota de una presencia robusta, la del Paraguay, país que por la gravitación de su propio impulso, asume papel preponderante en el escenario americano, y hasta se muestra capaz de ofrecer el modelo de una postura realista y sin concesiones, en esta encrucijada del momento americano”.

 “Juro respetar y obedecer la logia y servir a mi patria”

Había comenzado su andadura el clan militar, las ceremonias de iniciación se repetían una tras otra en las diferentes unidades. El rito de paso que cada oficial debía efectuar para ser admitido, consistía en prestar juramento delante de la bandera de artigas, en el cual los iniciados se comprometían a servir al Ejército, pero obedecer las directrices de la organización. 

Según testimonios vertidos por Ballestrino a Diego Achard y guardados en el Archivo Cámpora, “…todo estaba signado por un simbolismo de patria muy hondo. Nosotros antes que en la democracia pensábamos en la patria”. 

La jura radicaba en proclamar solemnemente, un escueto, pero bien significativo texto, “Juro ante la bandera del General José Gervasio Artigas respetar y obedecer la logia militar y servir a mi patria”. Se dispusieron en círculos concéntricos, batallones, compuestos por los miembros del círculo, por lo regular a las órdenes de coroneles. Los lugares de reunión eran los casinos militares de los cuarteles y los lugares de mando, en los propios despachos. 

A los fundadores, Aguerrondo, Tanco, Queirolo y Ballestrino, se sumaron a continuación Esteban Cristi, Eduardo Zubía, Julio Vadora, Abdón Raimúndez, Boscan Hontou, Julio César Rapela, Iván Paulos los que rápidamente empezaron a tener mandos. Dice Ballestrino, en su testimonio, que “No se compartía la acción política, queríamos una mayor incidencia del Ejército en la conducción política del estado” -¿Pensaban en la posibilidad de dar un golpe? Inquirió el periodista. “Posiblemente se pensara… pero no estaba en los planes. (…)

Nueva intentona del general Aguerrondo

Puede que por ese entonces no estuviera en la agenda, el golpe, pero no pasó mucho para que el Jefe de la región militar Nº1, general Aguerrondo –de quien Ballestrino decía que “era un tipo de mentalidad germánica en lo militar” volviera por sus fueros, ya ahora como presidente la logia secreta. 

Durante la presidencia del Consejo Nacional de Gobierno,  de Alberto Héber Usher, en 1966, el general Liber Seregni, de origen batllista [ascendido en 1963] cuenta un episodio, poco conocido -que los escritores Blixen y Lessa refieren en sus libros- respecto a cómo [Seregni] le dio un decidido ultimátum al general Mario Aguerrondo Tallac [ascendido en 1964] cuando éste estaba pergeñando un golpe de Estado, junto al general Pablo Moratorio, entonces ministro de Defensa Nacional. 

Conocido el incidente en el seno de la mayoría de gobierno, se produjo un cruce inesperado con consecuencias poco comunes. A raíz de una ceremonia en un cuartel, el Presidente del Colegiado, Alberto Héber, invitado en representación del gobierno, al saludar a los generales formados y alineados, estrecho la mano a cada uno de ellos, evitando hacerlo a Seregni y al general Santiago Pomoli [blanco independiente] que estaban uno junto al otro. 

El hecho para nada pasó inadvertido. A más de crear un confuso alboroto, dio lugar al reclamo de los agraviados ante un Tribunal de Honor. Ante lo cual -y habiendo sido la sentencia, favorable a los dos oficiales- el presidente Héber se vio forzado a pedir excusas por el singular menosprecio. 

Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].   

El Sueño de Chaplin que Adela hizo realidad

El Sueño de Chaplin que Adela hizo realidad

Cuando nos adentramos en la biografía de Adela Reta, hay efemérides que nos llenan de asombro. ¿Podemos citar un paralelismo entre la obra cinematográfica profundamente humanista de Charles Chaplin, y la político-social que desarrolló Adela Reta en Uruguay a lo largo de su fecunda vida? 

Las páginas que siguen procurarán brindar al lector una respuesta afirmativa. 

Hay que partir de una casualidad que tal vez no sea tal: Adela nace en 1921, el mismo año en que Chaplin, uno de los creadores cinematográficos más importantes de la historia, estrena su primer largometraje: “The kid”.  

Se trata de una historia que aún hoy, un siglo después, sobrecoge nuestra sensibilidad. Aunque a simple vista parezca que nos salimos de tema, vale la pena adentrarse en el argumento de ese clásico inolvidable. Una mujer muy pobre que interpreta la actriz Edna Purviance abandona a su bebé recién nacido, por carecer de recursos para mantenerlo, dentro del automóvil de una familia rica. Pero este vehículo es robado por unos delincuentes, que dejan al bebé junto a un tacho de basura. Y es allí donde lo encuentra Carlitos, el entrañable personaje de bigotito y bombín que inmortalizó Chaplin.  

El vagabundo que no sabe qué hacer con ese recién nacido hasta que decide adoptarlo, protegiéndolo de un mundo de privaciones, miseria y dolor. Uno de los aspectos que hizo más memorable la película fue el de haber incurrido por primera vez en una combinación magistral de comedia y melodrama. Ese fue el gran desafío creativo que asumió Chaplin, generando la desconfianza e incredulidad de productores y magnates del naciente Hollywood, quienes, para atajarse de lo que intuían sería un soberano fracaso de taquilla, la promocionaron como “una película con sonrisa y quizá una lágrima”. La escena en que el niño que interpreta Jackie Coogan es literalmente arrancado de los brazos de Carlitos por unos burócratas, es todavía hoy una de las más desgarradoras de la historia del cine. El público dio la razón al arriesgado creador, porque The kid se convirtió en un éxito inmediato que catapultó a Chaplin a la consagración mundial.  

Parece simbólico que esa obra maestra del humanismo, que echaba luz por primera vez sobre el drama mundial de la infancia abandonada, se haya hecho pública el mismo año en que nació Adela Reta, una mujer que dedicaría su mayor esfuerzo y su mejor talento precisamente a ese sector injustamente olvidado de la sociedad.  

Porque además de superar todas las barreras que una cultura machista sistémica imponía a aquellas mujeres que deseaban trascender la misión de guardianas del hogar propio, Adela centró sus esfuerzos de formación profesional, desde muy joven, en la comprensión cabal del fenómeno de la minoridad infractora y cómo esta se originaba en el deterioro del entramado familiar de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. 

La historia señala el año 1818 como el primero en que se aborda este grave problema social. La primera institución de beneficencia encargada de cuidar niños huérfanos y expósitos llevó como nombre “La Inclusa”, y atendió a los que eran abandonados en el llamado “Torno”, un dispositivo giratorio que permitía el anonimato de quienes tomaban esa durísima decisión y que aún se conserva en el Museo Histórico Nacional, Casa de Rivera.  

En su artículo “Niños y niñas expósitos y huérfanos en el Uruguay del siglo XIX” (Revista de la Facultad de Derecho Número 41, julio-diciembre de 2016), María Laura Osta Vázquez evoca también a las Hermanas del Huerto, que llegaron con el objetivo de colaborar en esa obra, así como también el largo proceso de amparo de menores que atravesó todo el siglo XIX. La autora explica que “los niños en el Torno no eran abandonados sino ‘depositados’, entregados a la Caridad con el consuelo de un futuro reencuentro”

Después vendrían los desvelos del pediatra Dr. Luis Morquio y la fundación del Consejo del Niño en 1934.  

En 1946, Adela Reta se graduó como Doctora en Derecho y Ciencias Sociales y diez años más tarde obtuvo la cátedra por concurso de oposición y méritos, convirtiéndose en la primera mujer catedrática de la Universidad uruguaya. El Dr. Julio María Sanguinetti refiere, en un reciente documental de Canal 5, una particular anécdota: la sorpresa de un gran penalista argentino que presidió el tribunal de ese concurso y quedó maravillado por los conocimientos de Adela, expresándolo con una exclamación que hoy juzgamos de discriminatoria, pero que haría historia en los pasillos de la Facultad de Derecho: “¡lo que sabe esta gorda!”.  

En ese contexto, luego de participar en 1957 como delegada de Uruguay en la Comisión Interamericana de Mujeres, Adela viajó en 1959 y 1960 a Alemania y Bélgica, como becaria de las Naciones Unidas, para estudiar la problemática de la minoridad infractora. Con ese bagaje de conocimientos, tras haber desempeñado en 1965 el cargo de ministra de la Corte Electoral, es nombrada en 1967 presidente del Consejo del Niño, cargo que ocupa hasta el advenimiento del golpe de Estado.  

Es importante tomar nota del período histórico en que le tocó ejercer ese rol: en plena época de guerrilla urbana, cuando un puñado de totalitarios mesiánicos, desoyendo la recomendación expresa que había dado en el Paraninfo de la Universidad nadie menos que Ernesto “Che” Guevara (“cuiden esta democracia, no tiren ustedes el primer tiro”), soliviantaron irresponsablemente a muchos adolescentes bien intencionados, para empujarlos a una revolución armada tan criminal como suicida. El reconocido videasta nacional Walter Crivocapich, recientemente fallecido, contaba que con apenas 16 años de edad fue detenido y enviado a la Colonia Suárez (hoy Colonia Berro), por haber oficiado de “correo” del MLN-Tupamaros. Hace unos años nos dio un sentido testimonio sobre el apoyo de la Dra. Reta a esos adolescentes que habían caído injustamente en el torbellino de la época, en momentos en que ella misma asumía la defensa de Jorge Batlle, encarcelado por los militares por revelar sus planes totalitarios.  

Eran tiempos difíciles, y aun así Adela tuvo el temple de promover el reconocimiento por parte de Uruguay de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos de 1969, conocida como el Pacto de San José de Costa Rica.  

Como era de esperar, la dictadura la separó incluso de su cátedra en la Universidad y la persiguió, máxime al convertirse ella en defensora de presos políticos, junto a otros heroicos demócratas como Hugo Batalla. 

La noche de la dictadura terminó por fin, por la acción decidida de ambos y otros héroes como Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle, Enrique Tarigo, Wilson Ferreira Aldunate y Líber Seregni.  

La Doctora Reta asumió el cargo de ministra de Educación y Cultura en el renacimiento democrático de 1985. Si bien entonces se la recuerda por haber redactado la Ley de Amnistía que sacó de los penales a los presos políticos como primer acto del parlamento de la libertad, no debe soslayarse el énfasis que puso en la minoridad, en un período caracterizado por la discusión global sobre la Convención de los Derechos del Niño.  

Elocuentes testimonios del actual Comisionado Parlamentario Penitenciario, Dr. Juan Miguel Petit, quien se desempeñó como un estrecho colaborador de Reta en esa etapa, dan cuenta de las decenas de “ahijados” que la visitaban cada día y a quienes atendía con dedicación, esmero e incluso ayudándolos con recursos de su propio bolsillo. Para él, “el despacho de Adela Reta en el Ministerio de Educación y Cultura era como una ‘tienda de los milagros’, porque siempre había diez o doce personas, adolescentes y jóvenes que acudían a ella: era como una gran madre”

La historiadora y actual viceministra de Educación y Cultura Ana Ribeiro abunda en esas anécdotas: “Adela Reta tenía entre sesenta y setenta ahijados, niños, adolescentes y jóvenes a los que cobijó y aconsejó desde la presidencia del Consejo del Niño. A ellos les concedía ‘prioridad absoluta’. Sin importar con quién estuviera reunida, así fueran los más importantes jerarcas, los chicos estaban primero. Las más de las veces iban a pedirle consejo, pero ella no dudaba en abrir la cartera para ayudarlos, si era necesario”

Estos ahijados no eran otros que ya crecidos menores infractores o abandonados en los hogares del Consejo del Niño, rebautizado en 1989 como Instituto Nacional del Menor (INAME), que sabían que contaban con Adela, cualquiera fuera la estatura de su responsabilidad institucional, para seguir alentándolos en el camino de la superación esforzada y honesta. El espíritu de aquel clásico de Charles Chaplin seguía latiendo en ella: el amparo al desvalido, más que como un deber institucional, como una autoasumida obligación moral, actuando a lo largo de su vida en conciencia y a conciencia. 

Uno de estos ahijados es José Carlos García, quien cuenta que “ingresé al Consejo del Niño cuando tenía 8 años, como consecuencia de haberme criado en una familia disfuncional. Lo que hizo Adela Reta fue darnos la oportunidad, a muchos gurises que estábamos en el horno, de salir adelante con conocimiento y trabajo. Sin importar a quién votaban ni de dónde eran. Hacer las cosas que tenían que hacer y hacerlas bien”. Adela lo incentivó a que continuara sus estudios, lo afilió a una mutualista, lo ayudó a conseguir trabajo y, aún cuando él encontró un nuevo camino en base a su propio esfuerzo, siguió contando con ella a lo largo de la vida.  

Multiplique el lector ese reconocimiento por cada uno de los chiquilines apartados de la sociedad que ella no se limitó solo a rehabilitar desde su función política, sino que amadrinó en lo humano.  

Pero el recuerdo emocionado del Dr. Juan Miguel Petit a su gran mentora no se limita a estos ahijados de la vida: “en aquella época, el Consejo del Niño tenía albergues con más de cien niños, cuando la tendencia en los países desarrollados consistía en generar hogares pequeños. Adela me dijo: ‘hay que comprar casas. Buscá estaciones de AFE, monasterios que no se usen…’, y en tres meses se compraron 22 casas”. También se puso al hombro el tema de los menores infractores; a quienes no había dónde ubicar: Adela consiguió el local de La Tablada y allí emplazó un centro piloto.  

Es imposible no mencionar una de las más importantes políticas sociales del primer gobierno del Dr. Sanguinetti, como lo fueron los Centros CAIF.  

La atención a la primera infancia es algo así como la prueba del nueve de todo gobierno que se precie de promover la justicia social. Porque aquellos que apuestan a la demagogia y al éxito electoral fácil, generalmente olvidan a este segmento de la población, por la sencilla razón de que no vota. A contrapelo de esa deteriorada percepción de la política, el Batllismo ha dado muestra a lo largo de toda su historia de un compromiso radical en favor de la primera infancia, entendida como el establecimiento de igualdad de oportunidades desde el comienzo de la vida. Y la Doctora Adela Reta, una batllista ejemplar que no tuvo hijos propios, ofrendó sin embargo toda una vida notablemente fecunda a esos trascendentes valores. 

Pero sería reduccionista, en este vínculo entre lo que Charles Chaplin soñó contradiciendo el supuesto orden “natural” de las cosas y lo que Adela Reta hizo realidad, quedarnos solamente con la protección a la infancia desvalida.  

Si algo identificó la vida de aquel genial actor inglés, que desarrolló su vasta carrera creativa en Estados Unidos, fue el apego a un humanismo esencial, que lo llevó entre otras proezas, a filmar una película como The great dictator, que explícitamente hacía escarnio de Adolf Hitler, en 1940, cuando ese siniestro personaje iniciaba su camino de devastación mundial.  

Un humanismo que reconocía el valor del arte y la cultura, como herramientas para la superación del individuo y el enriquecimiento intelectual y sensible de la sociedad. 

1971 fue el año en que Adela cumplió 50 y fue también el año de un incendio que destruyó un ícono de la cultura nacional, como un probable símbolo del fuego que dos años después devoraría a la democracia.  

El viejo Estudio Auditorio del Sodre había sido adquirido por el Estado en 1931, en el terreno que desde 1890 albergara al Teatro de Verano y, desde 1905, al Teatro Urquiza. Por su escenario pasaron grandes figuras de la escena mundial, como Enrico Caruso, Lily Pons, Beniamino Gigli, Pablo Casals, Arturo Rubinstein, la compañía de ballet Jouvet y Ana Pavlova; actores de la talla de Lola Membrives, Eleonora Duse, María Guerrero y hasta el humorista argentino Florencio Parravicini. También allí se presentó por primera vez la actriz uruguaya Concepción Zorrilla de San Martín, nuestra querida China Zorrilla, a la edad de apenas 22 años. 

Ese templo de la cultura quedó reducido a cenizas por un cortocircuito de su vieja instalación eléctrica, que encendió una estructura de madera altamente  inflamable. El esfuerzo de los artistas salvó algunas partituras e instrumentos musicales, pero la sala de espectáculos, que tenía capacidad para un millar de espectadores, se extinguió completamente. 

Su desaparición fue el símbolo del espíritu destructivo que animaban aquellos tiempos, con un movimiento guerrillero que acumulaba secuestros, robos y crímenes contra una democracia que seguía siendo ejemplar, alentado por un sector de la izquierda que se mofaba del sistema, caricaturizando la democracia con los motes de “libertades burguesas”, “oligarquía” y “rosca”.  

No es casual que el incendio del Estudio Auditorio ejemplificara cabalmente la derrota del Uruguay cultural. Aquel país que legó al mundo importantes literatos, filósofos y artistas de las más variadas disciplinas. 

Entre 1973 y 1984, poco y nada hizo el régimen dictatorial para revertir esa pérdida, por la sencilla razón de que la cultura no estaba en su agenda. Lo único que hicieron los sucesivos gobernantes de facto de esa época fue publicitar productos culturales que avalaran sus acciones inconstitucionales, como la zamba “Disculpe” de Hugo Ferrari, patéticamente convertida en canción oficial y obligatoria para las radioemisoras; películas que exaltaban valores autóctonos o grandes campañas de reivindicación de figuras históricas que ejercieron mandatos totalitarios, como el coronel Lorenzo Latorre.  

La campaña electoral de cara a las elecciones de 1984 encontró al Partido Colorado (y con él, a la Doctora Adela Reta), encolumnado detrás de la fórmula Sanguinetti-Tarigo, una de cuyas promesas preelectorales fue la reconstrucción del Sodre. 

Como ministra de Educación y Cultura, Adela puso razón y corazón en el inicio de esa reparación cultural histórica, que se concretó en un llamado a concurso para elegir el diseño arquitectónico del nuevo Estudio Auditorio, a cuyo fallo se llegó en 1989. A partir de la segunda presidencia de Sanguinetti, en 1995, Adela podría haber aceptado su bien ganado lugar en el Senado de la República, pero en cambio solicitió al primer mandatario ser destinada al Sodre. Al respecto ha recordado Sanguinetti que “antes de sentarse en la poltrona azul del Senado que a tantos marea, ella prefirió contribuir a la cultura del país, para avanzar en esta obra”. 

El compromiso de Adela en este sentido databa de la década del 40, cuando siendo una joven estudiante de Derecho, formó parte de la fermental movida preparatoria de lo que después se conoció como el Teatro Independiente Uruguayo.  

Participó en la Comisión de Teatros Municipales y fue fundadora del Teatro Universitario. Por la misma época en que ya se desempeñaba como promisoria penalista, se hizo tiempo para construir salas de espectáculos con sus propias manos, siendo factótum de un movimiento cultural del que surgieron instituciones señeras como Club de Teatro, El Galpón, El Circular y tantos otros, que aún hoy enorgullecen al Uruguay por su prestigio internacional.  

Ejerciendo el cargo de ministra de Educación y Cultura en el período 1985-1990, muchos creadores compatriotas recuerdan la calidez con que los recibía, tendiendo su mano amiga a sus necesidades y desarrollando, junto a recordados gestores culturales batllistas como Tomás Lowy y Jaime Yavitz, una intensa agenda de talleres de artes escénicas en todo el país, de los que surgirían con el tiempo relevantes instituciones teatrales que aún hoy existen en varios departamentos.  

En un reciente conversatorio sobre la figura de Adela, así fue reconocida por la coreógrafa Graciela Figueroa y el actor Juan Jones, dos personalidades estelares de las artes escénicas del país. De este modo la definió Jones: “una mujer brillante que colaboró con los teatros y que, cuando fue escalando posiciones en su quehacer político y puestos de responsabilidad, nunca se olvidó de quién era y quién había sido. Siempre trató de proteger y ayudar”. 

Adela comprendió cabalmente el ideal batllista de un país donde no solo debe haber una educación pública igualadora de oportunidades desde la base, también una política cultural que eleve la calidad de vida, estimule la creatividad, refine la sensibilidad y promueva el espíritu crítico. 

Por eso, su obra es un faro que brilla más que nunca en nuestro complejo presente. 

Su gestión en defensa de la minoridad, alejándola de la seducción del delito, debe valorarse hoy más que nunca, cuando la permisividad de quienes gobernaron el país en los últimos tres lustros, ha prohijado el crecimiento del narcotráfico e influido para que vastos sectores juveniles se sientan atraídos por la actividad delictiva.   

Su promoción cultural, al mismo tiempo, resulta un paradigma que debe acentuarse, también hoy más que nunca. Porque solo a través de la popularización de las grandes obras del arte nacional y universal, las nuevas generaciones podrán escapar de las trampas tendidas por los algoritmos de las redes sociales, que procuran achicar el espectro de sus áreas de conocimiento, consolidarles prejuicios y empobrecerlos intelectualmente, además de sumarlos a pueriles hinchadas de ideologías simplificadas y simplificadoras. 

La respuesta a estas complejas disfunciones sociales de la actualidad se limita a un sustantivo y un adjetivo: humanismo batllista.  

El humanismo que difundió Chaplin en sus películas inolvidables. 

El Batllismo que ejerció Adela Reta en tantas décadas de esforzado, honesto y eficiente servicio público. 


El texto anterior es un ensayo realizado por Fátima Barrutta a propósito de la figura Adela Reta en el marco de un concurso realizado por la Asociación Civil Adela Reta, el Instituto Joaquín Suárez y la Prosecretaria de Género del Comité Ejecutivo Departamental del Partido Colorado. Se adjunta a continuación el fallo de dicho concurso:

Montevideo, febrero 2 de 2023.

VISTO: El llamado a concurso realizado en forma conjunta por la
Asociación Civil Adela Reta, el Instituto Joaquín Suárez y la Prosecretaria
de Género del Comité Ejecutivo Departamental del Partido Colorado,
consistente en la presentación de un Ensayo sobre la figura de la Dra.
Adela Reta.

RESULTANDO I: Que se conformó una comisión organizadora con un
representante de cada una de las instituciones integrantes de la comisión.

RESULTANDO II: Que dicha comisión nombró un jurado integrado por: la
Dra. Gianella Bardazano, la Comunicadora Adela Dubra, el Dr. Juan Miguel
Petit y el Prof. Diego Delgrossi.

CONSIDERANDO I: Que se presentó solamente un trabajo entregado por la
Sra. Fátima Berruta.

CONSIDERANDO II: Que el tribunal falló de la siguiente manera: tres
miembros consideran que el trabajo no se ajusta a los estándares de un
ensayo como expresaba la consigna, de esta forma se expresaron los
jurados: Juan Manuel Petit, Adela Dubra y Gianella Bardazano y que el
restante jurado Diego Delgrossi falló expresando: el trabajo es Correcto y
entendiendo que se ajusta la consigna.
Adela Dubra expresa: “un cálido retrato de Adela Reta” que sin embargo
no se ajusta a los parámetros de ensayo requeridos en las bases.

CONSIDERANDO III: Que, por tres votos contra uno, el jurado falla que el
trabajo no es un ensayo y por lo tanto no se ajusta a la consigna del
concurso.

LA COMISION ORGANIZADORA DEL CONCURSO DE ENSAYO SOBRE
ADELA RETA

RESUELVE:

1°.- Homologar el fallo de jurado designado.
2°.- Declarar desierto el mencionado concurso.-
3°.- Liberar el trabajo presentado para el libre uso de su autora.

Lorena De León – Asociación Civil “Adela Reta”

Elianna Testa – Prosecretaria de Genero del Comité Ejecutivo
Departamental del Montevideo del Partido Colorado

Gonzalo Arias – Instituto Joaquín Suárez

Las Raíces del Golpe Militar (X)

Las Raíces del Golpe Militar (X)

La logia de los halcones

No es nada ocioso recordar la Hidra de Lerna en referencia a la logia militar que fue columna vertebral del golpe de Estado del 9 de febrero del 73. Ese instinto golpista sempiterno, que reina en el alma de los déspotas, tiene en común con la mítica Hidra [despiadada bestia, que por enésima vez debió decapitar Hércules, para poderle dar muerte] la capacidad de regenerar dos cabezas por cada una que le cercenan.

Tampoco carece de lógica mentar el arma secreta de los nazis -los halcones- que surcaron los cielos de Europa durante la guerra, entrenados para matar a las palomas mensajeras del Ejército de Estados Unidos, en la llamada “guerra de los pájaros”. Enorme problema para la inteligencia británica, estar prestos a contrarrestar -en el momento menos esperado- el ataque traicionero de los alcotanes, como para los uruguayos, salvaguardar la estabilidad democrática.

En un cuartel se celebró el acto fundacional 

El 25 de agosto de 1964, el golpismo dejaba de ser sólo una tendencia y se daba una estructura formal, nacía la logia militar Tenientes de Artigas, en el casino de oficiales de un cuartel. 

El recientemente ascendido general Oscar Mario Aguerrondo Tallac, los coroneles Julio Tanco y Alberto Ballestrino Valls y el teniente coronel Luis Vicente Queirolo reunidos para la ocasión, procedieron a redactar a lápiz los “fundamentos” de la logia, pasados luego a máquina por Ballestrino, único componente del grupo, que treinta años después, aceptó responder a la requisitoria periodística del reconocido autor Diego Achard, respecto a las interioridades de la secta militar.

De acuerdo a esas declaraciones -publicadas en la revista Posdata del 26 de enero de 1996- el grupúsculo proyectaba “ensancharse con camaradas afines en ideas; en principio, sólo oficiales superiores”. Se organizaban en “batallones de 15 a 20  integrantes  bajo las órdenes de coroneles”. Como sociedad secreta que era, los ritos de iniciación y los objetivos de la misma, debían permanecer ocultos de todas las personas ajenas a la organización. La propia existencia de la facción permaneció de incógnito por mucho tiempo, aunque finalmente, determinadas actitudes sostenidas en común, comenzaron a despertar sospechas entre sus pares.

Es un hecho inobjetable que los militares de la logia, eran de extracción blanca [herrerista] católica y ultraderechista. Ahora bien, por más que el propio Aguerrondo reiteraba, en cuanta ocasión tenía “Nosotros no somos nazis, ni fascistas, somos orientales y nacionalistas doctrinarios” era evidente el sesgo totalitario. El propio Balestrino en la entrevista mencionada admitía que “las obras completas de José Antonio Primo de Rivera, era lo que más se leía… se inspiraban mucho en los líderes europeos de aquella época, Franco, Mussolini y el propio Hitler”.

El tan mentado José Antonio, como se lo conocía entre los discípulos a distancia de la logia, fundamentaba sus ideas dejando precisas evidencias de su orientación, “No confío en el voto de la mujer. Más no confío tampoco en el voto del hombre. La ineptitud para el sufragio es igual para ella que para él. Y es que el sufragio universal es inútil y perjudicial a los pueblos que quieren decidir de su política y de su historia con el voto”.

Cuando el 29 de octubre 1933, en el Teatro de la Comedia, de la calle Príncipe, en Madrid, Primo de Rivera, en el discurso fundacional de la Falange Española, hizo conocer con precisión los elementos medulares de su pensamiento. 

“Cuando en marzo de 1762, un hombre nefasto llamado Juan Jacobo Rousseau, publicó El Contrato Social dejó de ser la verdad política una entidad permanente (…) De ahí vino el sistema democrático que es, en primer lugar el más ruidoso sistema de derroche de energías. (…) Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que sustanciar el ochenta o el noventa por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder, a soportar humillaciones y vejaciones de los que precisamente por la función casi divina de gobernar estaban llamados a obedecerle”.

Así pensaba el inspirador de los miembros de la logia, aun cuando, no  podía ser para ellos -reconocidos herreristas- una idealidad novedosa, ya antes, el caudillo blanco Luis Alberto de Herrera, había sido objeto de una seducción comparable. 

Herrera y la Falange Española

En 1937, en su viaje por Europa -según cuenta Alfredo Alpini, licenciado en Ciencias Históricas, en su libro, Uruguay en la era del fascismo– Herrera además de visitar Inglaterra, pasó por Italia. Mussolini lo recibió personalmente en el Palacio Venecia. Al retirarse de la reunión. Herrera le dijo a la prensa italiana que “la Italia que vi es muy distinta a aquella [de hace 15 años], existe un espíritu nuevo que me ha maravillado. (…) El gran cambio fue obra del mismo pueblo y de su Jefe”

Luego, invitado por la Radio Italiana, en una extensa entrevista el caudillo nacionalista, expresó,  “…veo ahora aquí, lo que antes nunca viera: colosal despliegue de energías morales y materiales, infatigable acción reconstructiva (…) y en lo alto una bandera gloriosa y una gran afirmación colectiva. ¡La Nueva Italia! (…) En el centro de este formidable movimiento anímico, cívico, patriótico y social, cual propulsor de la obra inmensa, la figura extraordinaria de Benito Mussolini, que llena la época contemporánea”.

Hurgando en archivos documental Alpini halló una muy elocuente misiva de José de Torres [dirigente de la Falange en Uruguay] que ratificaba la membrecía de Herrera a la Falange Española. 

Escribía el falangista, al líder blanco en 1940 “…quiero aprovechar esta ocasión para testimoniarle cuanto agradecemos, Falange y yo personalmente, el interés y el afecto con que Ud. mira esta Organización, como asimismo su labor en el terreno político a favor de Falange. También lamentamos las molestias que pudieran ocasionarle compañeros de prensa motivados por su interés en Falange, que si estuviese en nuestras manos, evitaríamos gustosamente (…) no dude que todos los afiliados ven con honda simpatía su labor política y están en espíritu con Ud. que tanto nos distingue y nos ayuda. Para evitar que indiscreciones de los empleados de Administración puedan dar fundamento a las críticas (…) he mandado retirar su ficha administrativa de las oficinas de administración, pero la conservo en mi fichero particular considerando que ella honra los ficheros de Falange, como así mismo recibiré con mucho gusto y como un honor los donativos que en forma periódica u ocasional Ud. haga para la obra social de Falange en el Uruguay…”Había nacido la logia secreta, Tenientes de Artigas, siguiendo el ejemplo de la UME Unión Militar Española [sociedad secreta nacionalcatolicista, de gravitante participación en la Guerra Civil] y había reverdecido el viejo anhelo de los noveles conspiradores de 1946 -los que liderados por el coronel Esteban Cristi (padre del general homónimo, que en el 73 encabezaría el golpe del 9F) habían sido sofocados por la policía- el viejo anhelo de dotar de organicidad a la tendencia antirrepublicana del Ejército.

Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].

Las Raíces del Golpe Militar (IX)

Las Raíces del Golpe Militar (IX)

Como en el teatro de Lorca

No sería desacertado pensar que la suma de los acontecimientos acaecidos en Uruguay en 1964, habría dado material suficiente al mismísimo Lorca para materializar en la escena, una idea -que, contemplando tiempo y espacio-  conjugase al unísono  drama, tragedia y farsa.

Para comenzar, en plena temporada de verano cada día con más insistencia, se alcanzaban a escuchar los cuchicheos típicos de una conjura en ciernes. El ruido estridente de “golpear con las conteras de los sables el suelo de mármol”, al confabularse, oficiales militares y políticos, con el propósito manifiesto de implantar una “dictadura terapéutica”. 

Las razones que esgrimían, básicamente los ruralistas y herreristas, para concebir el ignominioso plan, reposaban principalmente, en la extendida convicción, de que el gobierno “blanco independiente”, de su propio partido, era incapaz de conducir al país: por su “notoria ineptitud” por el “fraccionamiento extremo del partido, [según ellos] provocado desde la propia Casa de Gobierno” y finalmente, el infalible pretexto –muy en boga por aquel entonces- de que el Ejecutivo colegiado “es una rémora para gobernar en estos nuevos tiempos”.

La fatalidad parece adueñarse -ese año- del destino político de los uruguayos, en el lapso de tan sólo 125 días, mueren de muerte natural, los tres principales líderes del panorama político nacional [el 25 de marzo Benito Nardone, a los 57 años; el 15 de julio Luis Batlle Berres a los 66; y trece días después, el 28 de julio, a la edad de 63 años, Daniel Fernández Crespo].

En la mañana del miércoles 1º de abril los militares brasileños con el apoyo ostensible de los Estados Unidos, destituyen al presidente constitucional Joao Goulart, y el hecho cobra enorme gravitación en el Uruguay.

En la muy especial coyuntura que estaba viviendo el país, el reconocimiento al gobierno militar de Brasil, significó una verdadera disyuntiva para el Ejecutivo uruguayo. Una demora o negativa del otorgamiento habría operado como un factor disruptivo, perturbador,  en las relaciones de ambos países y por el contrario un rápido reconocimiento, podía ser interpretado como una señal de proximidad con la naciente dictadura brasileña, por parte de los militares uruguayos. Casi sin el debido rigor para corroborar si las nuevas autoridades de país vecino, reunían las condiciones y requisitos que determina el otorgamiento, el gobierno uruguayo formalizó la aceptación al mismo tiempo que habilitaba el ingreso al país del derrocado presidente.

En los primeros días de abril, enseguida de instalada la dictadura, Brasil estrena su nueva política exterior enviando emisarios diplomáticos y militares a Montevideo para, en misión confidencial,  informar sobre las connotaciones del proceso. El carioca Manoel Pio Correa, de anterior trayectoria, como segundo secretario de la representación diplomática en Uruguay, es designado embajador. Por su estrecha vinculación con el sector proclive al golpe y por su señalamiento como colaborador de la CIA, el nombramiento de Pio Correa, es visto con marcado recelo, principalmente por la dirigencia colorada. El sábado 4 de abril Joao Gulart se instala en Montevideo y desde su arribo comienza el acoso por parte de la embajada, que sigue todos sus pasos, con el propósito de tenerlo controlado y aislado.

Jornal do Brasil en su edición del 17 de mayo y O Globo del día siguiente, manejan, en sus editoriales, la hipótesis de una posible invasión de tropas brasileñas a territorio uruguayo, vista la creciente evolución del comunismo y del movimiento sindical en el país.

Apremiados por la circunstancia, dirigentes políticos del entorno de Batlle Berres realizaron -según se supo- imperiosas gestiones ante el gobierno del presidente Johnson, requiriendo apoyo para contener la intimidación de Brasil.

Un documento desclasificado, de la embajada americana al Departamento de Estado, de los Estados Unidos -publicado en uno de los libros de la historiadora Clara Aldrighi- el embajador Wimberley Coerr informando respecto a un encuentro suyo -en la sede del diario Acción- con su director, revela la palpable aprensión de Batlle Berres por el nuevo estado de las relaciones con Brasil.   

Conforme al memorándum de Coerr, don Luis Batlle –de manera muy coloquial y distendida- habría manifestado con absoluta claridad su pensamiento, respecto al incipiente régimen brasileño “El nuevo presidente y el nuevo canciller son enemigos de Uruguay; mantienen el viejo sueño brasileño de desplazar la frontera sur de Brasil hasta Salto. Nos esperan tiempos difíciles con ellos en el poder”.  

Se encienden las alarmas

En las últimas horas de la tarde del 10 de junio comienza a circular una información que, no por presentida, dejó de ser preocupante: Altos oficiales del Ejército uruguayo habían advertido al líder de la Lista 15,  la existencia de una confabulación militar -de la que iban a participar el Jefe de Policía, coronel Ventura Rodríguez y su predecesor en dicho cargo el coronel Mario Aguerrondo, junto a un grupo de oficiales blancos- para dar un golpe de Estado. Según las mismas versiones, la Policía de Montevideo se encargaría de desalojar el Ejecutivo y el Legislativo, al tiempo que -de acuerdo a lo previamente establecido- el Ejército se mantendría expectantes en sus unidades, para luego instalar una junta militar.

Raudamente, el por entonces diputado Jorge Batlle, pone al corriente de las noticias a la Embajada de los Estados Unidos. El Partido Colorado, por su parte, resuelve emitir una declaración pública, en la que convoca al gobierno a “resolver la crisis” ofreciendo el necesario apoyo parlamentario [sin precisar las características del peligroso trance] y designa a los diputados Glauco Segovia y Jorge Batlle para entrevistarse con los consejeros de gobierno Alberto Heber del Herrerismo y Washington Beltrán de la UBD [Unión Blanca Democrática] y prevenirlos de la situación. Al mismo tiempo realizan gestiones perentorias con algunos oficiales militares, afines al Partido Colorado, para instarlos a no permanecer pasivos como pretendían los conjurados.  

Cada cual hacía su parte

El 10 junio el diario Acción exhorta al Partido Nacional a “sanear el mal clima que esos enemigos desean crear”. Al día siguiente en las páginas de El Debate, el ex presidente del CNG, Eduardo Víctor Haedo, escribía “Un gobierno que no funciona es un gobierno sin legitimidad… Un clima de subversión está siendo desarrollado desde la misma Casa de Gobierno”. El senador, herrerista, Washington Guadalupe, [director de El Debate] militante acérrimo de la causa golpista, aplaudía calurosamente desde su audición radial, la irrupción de los militares brasileños. Por su parte, Jorge Giucci Urta, muy próximo al cerno del herrerismo, militante convencido de la causa golpista, reflexionaba de esta manera, “Si no hay reforma constitucional, habrá sin duda un golpe que traerá la reforma. Esta circunstancia podría asustar lo suficiente a los colorados como para votar por la reforma. Si esto no ocurre, entonces la reforma llegará por la fuerza. Ahora bien, como los militares no están preparados para gobernar será preciso ingresar los técnicos de primer gobierno [herrrero-ruralista] al gobierno militar”.

No puede dejar de reconocerse el rol fundamental, desempeñado por el embajador Wymberley DeRenne Coerr, en favor de la estabilidad institucional, realizando contactos con militares, políticos, empresarios y directores de medios. 

Entrevistado por el diplomático, el empresario rural Juan José Gari, notorio colaborador de la CIA [Según los archivos desclasificados y analizados por la ensayista Aldrighi] sin rodeos admitió “indudablemente se está incubando un golpe… lo que Uruguay necesita es un golpe no político, protagonizado por los militares para después retornar lo antes posible. Eso sí bajo un “sistema viable”.

  En otro fragmento del fondo documental, el embajador informaba a Washington, “los herreristas no son precisamente famosos por su compromiso con los principios democráticos, tal como lo entendemos nosotros. …y los dirigentes colorados especialmente los de la 15, tienen un casi patológico miedo a Mario Aguerrondo y probablemente se vean forzados [en los próximos meses] a hacer concesiones políticas para impedir que [este militar] reciba una designación [en un puesto de mando] que le facilite perpetrar el golpe que los colorados están convencidos desea” 

El viernes 12, el diputado Batlle informa a su bancada que la reunión con el consejero Heber había sido “del todo improductiva… sigue jugando con la política, sólo busca apropiarse de nuevos ministerios” se lamentó. En cambio consideró “fructífero” el encuentro con los otros dos consejeros, Beltrán y Fernández Crespo. Al caer la jornada, circulaba en los corrillos de la Cámara dos noticias alentadoras, el Inspector General del Ejército [a la sazón, así se llamaba al comandante en jefe] General Gilberto Pereira Serrano había manifestado su disposición a “resistir el golpe con el apoyo de la Marina y seguramente también, de la Aviación” y por su lado el nuevo ministro de Defensa, Pablo Moratorio -a expreso pedido de Jorge Batlle- realizaba declaraciones por radio y televisión, negando el complot y manifestando enfáticamente, estar “dispuesto a defender la Constitución de la República”

Un año después, en un informe al Departamento de Estado, el embajador americano escribía: [un golpe en aquel momento sólo podría ser perpetrado] por una combinación de herreristas, con elementos militares o paramilitares. Llevaría a la cumbre a los individuos políticos más corruptos y con menos condiciones de estadistas de este país. Los resultantes [de un] mal gobierno, corrupción y mal manejo de las relaciones con otros países, tenderían a solidificar contra ellos a la oposición no comunista y a la opinión pública” 

Como era previsible la trama terminó siendo desbaratada, aunque no exterminado el instinto golpista que como la Hidra de Lerna se regenera de vez en vez. Los coroneles Ventura Rodríguez y Mario Aguerrondo, los Jefes de la Casa Militar del CNG, Juan C. Etcheverry y su sucesor Julio Tanco, definitivamente, habían reunido nuevos antecedentes a su voluminosa nómina del honor perdido. 

Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].

Nuestras Pesadillas (XXXVII)

Nuestras Pesadillas (XXXVII)

El 1 de marzo de 1963 Oscar Gestido – vestido con un sencillo traje – ingresó al Palacio Estévez, como integrante de la minoría opositora en el Consejo Nacional de Gobierno, en compañía del electo diputado Jorge Pacheco Areco. La foto de ambos, desde la perspectiva histórica, tiene un fuerte simbolismo.

En esos días la convivencia social estaba alterada por la vigencia de las Medidas Prontas de Seguridad, decretadas a raíz del conflicto de los trabajadores de UTE. En una acción sindical inédita el sindicato del organismo estatal provocó un apagón a nivel nacional que afectó la luz y los teléfonos. Una muestra contundente del poder que comenzaban a adquirir los sindicatos.

Gestido y la UCB habían debutado en las elecciones y si bien el resultado no fue malo (de hecho la UCB algo votó mejor que la antigua 14 en 1958), la lista 15 de Luis Batlle continuó siendo ampliamente mayoritaria. Más allá de la nueva derrota, lo que entusiasmó a los colorados fue que esta vez la diferencia de votos había sido de 23.798 votos y recuperó cinco departamentos (Montevideo, incluido).

Observando el desastre de la Unión Popular el sociólogo Aldo Solari publicó un artículo que se volvió clásico, titulado “Réquiem para la izquierda”. A su entender, el elemento electoral más destacable era que la izquierda era inviable. No podía pasar de cierto techo y aunque creciera, los resultados serían nulos porque el aumento de votos de Partido Comunista implicaba la disminución del Socialista y viceversa. No sólo políticamente era un sector minoritario, sino que resultaba evidente que desde los partidos tradicionales se captaba fácilmente votos de izquierda. El éxito de la lista 99, con su slogan de “volver a las raíces batllistas”, lo demostraba. Por otra parte, Solari advertía que los partidos tradicionales en la sociedad uruguaya, tal como estaba en ese momento constituida, “llenan una serie de necesidades que van más allá del mundo político”. Y la izquierda seguía creyendo que las elecciones eran un fraude. De ahí que estuviera condenada al eterno fracaso.

Al margen de esta cuestión, el triunfo de la Ubedoxia una nueva alianza dentro del Partido Nacional que contaba con una base mayoritariamente urbana, significó un viraje considerable. El nuevo gobierno intentó cambios en la modalidad de aplicación del programa liberal, imprimiéndole un nuevo viraje en la política económica. La planificación a mediano plazo pasó a tener un papel preponderante, bajo el predominio de esta nueva corriente económica, influida por las ideas “cepalinas” y de la Alianza para el Progreso propuesta por el Presidente estadounidense John F. Kennedy para América Latina.

Así se dio un impulso a la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) -creada en 1960 aunque dotada de mayores recursos durante el segundo gobierno blanco- que identificó en las inadecuadas formas de tenencia y explotación de la tierra el origen del estancamiento productivo que determinaba la crisis económica nacional. Integrada por técnicos y profesionales calificados (al margen de su filiación partidaria), la CIDE elaboró planes de desarrollo económico a largo plazo, en los que se postulaba, entre otros aspectos, la reforma de las estructuras agrarias. No obstante, sus estas propuestas nunca llegaron a ser aprobadas.

Por otro lado, el Partido Colorado estaba atravesado por un intenso debate. Cada vez se oían con más fuerza tanto en la UCB como en la lista 15 voces que reclamaban el retorno al presidencialismo. La situación era altamente compleja, porque tanto en uno como en otro grupo había anticolegialistas y colegialistas. Notoriamente Luis Batlle contuvo al sector quincista que deseaba terminar con el tótem batllista del Colegiado, mientras se concentraba en la puja interna que mantenía con Gestido.

El líder de la UCB presentó un plan destinado a combatir la inflación y fortalecer la moneda. Proponía la supresión, por la vía legal, de las vacantes en la administración pública y la compra de oro por medio de “colectas populares”, para respaldar al peso. El nuevo ministro de Hacienda, Daniel Martins, que suplió al fallecido Ferrer Serra, fue escéptico con el denominado Plan Gestido.

Pero el ataque más duro vino de Luis Batlle. Anteriormente se había producido un choque a raíz de los “reparos morales” de Gestido a un empréstito votado por los ediles quincistas y ahora el enfrentamiento recrudeció.

Pero las diferencias entre Luis Batlle y Gestido quedaron en segundo plano al desatarse en mayo de 1964 una severa crisis política con atisbos de golpe de Estado…

Las Raíces del Golpe Militar (VIII)

Las Raíces del Golpe Militar (VIII)

Bautismo revolucionario al fin

El jueves 1º de agosto 1963, se celebraba el 672 aniversario de la Fundación de la Confederación Helvética y los suizos residentes en el Uruguay festejaban el Día Nacional Suizo, por tal razón los encargados de la Sociedad de Tiro Suizo, de Nueva Helvecia, libraban ese día. Además, como las prácticas de tiro sólo se hacían los domingos, desde la tardecita de miércoles, y por tres días, el Club iba a permanecer cerrado y deshabitado, dando tiempo suficiente a los asaltantes para el traslado y escondite de las armas. 

Poco antes de la medianoche del 31 de julio, un comando extremista invadía el local. Los atracadores llevaban un dato muy preciso: la puerta de un costado no tenía llave y con un pequeño empujón alcanzaría para poderla abrir. La narración cronológica del caso, no se puede acreditar por completo -aún hoy sesenta años después- de tantas que han sido las versiones tejidas en torno al hecho. Sin embargo, todos los relatos concuerdan en lo fundamental para comprender lo sucedido esa noche. 

Los asaltantes se alzaron con un botín de treinta fusiles Mauser y uno Martini-Henry, dos carabinas de precisión y cuatro mil proyectiles 7 mm, que ligeramente cargaron en un Renault. Durante el acarreo José Luis Joe Baxter -un porteño de tendencia pro nazi, antisemita [fundador del grupo argentino Tacuara] fugazmente guarecido en Montevideo, de reciente incorporación al comando uruguayo, se perdió en la oscuridad de la noche con uno de los paquetes. De acuerdo al relato, Eduardo Pinela salió tras él hasta encontrarlo -y lo último que se cuenta- que lo terminó hallando exhausto sobre un  terraplén.

Al retirarse lo hicieron en tres vehículos, el Fusca del traumatólogo Mario Navillat Odriozola [acreditado profesional médico, además de teórico marxista; encargado de proporcionar vasta información para la elaboración del plan, puesto que su padre era, en ese tiempo, el presidente del Tiro Suizo] la camioneta Ford F-100 con Jorge Abella Granzha, Leonel Vidal y Raúl Sendic, los que llevarían las armas hacia el norte y el Renault que conducía el porteño Baxter, con el empleado bancario Eleuterio Fernández Huidobro, el peluquero Rivera Yic y Eduardo Pinela de retorno para Montevvideo. 

A sólo cinco días del décimo aniversario del asalto al cuartel Moncada, en Cuba, se había celebrado el bautismo de fuego -no puede decirse que fue bajo el fuego de batalla, pues, no se disparó un solo tiro- pero bautismo revolucionario al fin, del primer comando tupamaro, que había salido airoso del asalto a la Sociedad del Tiro Suizo. 

Semanas después de sustanciado el procedimiento de la policía, casi no quedaban detalles por dilucidar. Todos los integrantes de la banda extremista habían sido ya procesados, menos el cabecilla Raúl Sendic, que no aparecía por ningún lado y que por siete años habría de permanecer prófugo de la Justicia. Detenido el bancario Eleuterio Fernández Huidobro, por efectivos del Departamento de Inteligencia y Enlace, de Investigaciones, se pudo saber en seguida, parte considerable de la estrategia del grupo insurgente.

Una turbulenta relación

A partir de ese día, él Bebe y el Ñato, como se los conocía a Sendic y Fernández Huidobro, sellaron una relación turbulenta. Prácticamente no se conocían, sólo habían hecho un viaje exploratorio juntos a las inmediaciones del Club de Tiro, unos días antes, en la moto Harley Davidson de Sendic, a la que llamaron Poderos III, en alusión a la Poderosa II con la que el Che Guevara había recorrido el continente.

Sendic había averiguado con Eduardo Pinela [su mejor amigo] sobre la índole política de Fernández Huidobro y éste le contó que el jovencísimo militante de 21 años recién cumplidos, era hijo de emigrantes españoles -que había cursado primaria y secundaria en el Colegio y Liceo Santa María, de los Hermanos Maristas, de la calle 8 de Octubre- qué tras una ardorosa primera incursión en el herrerismo, recaló en el MRO y luego en el grupo de La Teja. 

Era la amistad de ambos, tan versátil, como necesaria y contingente, signada siempre por controversias continuas y de todo tipo. Las más de las veces, después de la borrasca, parecía llegar la calma fundada en la solidez de un buen entendimiento, pero a poco de andar, iba quedando al desnudo la fragilidad de lo acordado. No obstante, por casi una década, de relación en disputa, el instinto revolucionario que movía a los dos, fue la palanca principal del movimiento, hasta que las sospechas e intrigas, dieron paso a las certezas. 

Años después -cuando la debacle- en 1972, se llegó al límite de fingir una masacre en salas de tortura -de común acuerdo con militares dentro del Cuartel Florida- para disuadir al jefe Tupamaro, y hacerlo retroceder de su parecer, para que  aceptara una “rendición honrosa” ante las fuerzas militares; y luego tras su invariable negativa, no se titubeó en entregarlo a la Armada. “Una vileza impulsada por el terror”, según las palabras de Ricardo Perdomo Perdomo, ex integrante del MLN  en su libro, Yo soy Rufo y no me entrego

Con el devenir del tiempo, vuelto el país a la normalidad democrática, reunido el comité ejecutivo del MLN, Sendic -como si lanzara una bomba de racimo sobre la mesa- preguntó, -“¿Ahora quiero saber quién fue el que me entregó…?” Según testigos, “el Ñato tomó la palabra y sin dar respuesta, desarrollo una larga disquisición en procura de apaciguar al Bebe”. Al término de la reunión uno de los asistentes comento, “pensé que ahí nomás lo mataba…”.

Con el asalto al Club de Tiro Suizo, se había encendido la primera alarma. Buenas razones había para pensar, que sólo era el primer paso en la aplicación del foquismo, que alecciona, “Muerde y huye, espera, acecha, vuelve a morder y a huir y así sucesivamente, sin dar descanso al enemigo”.  

Para un país demasiado confiado en la solidez de sus instituciones podía ser una deriva muy arriesgada. En su edición del 8 de setiembre de 1963, EL DÍA, luego de informar con notable precisión los detalles de la acción subversiva, comenzaba a emitir opinión sobre lo sucedido y a señalar “sobre el riesgo que implicaba, mirar para otro lado, subestimando los efectos de lo que estaba  empezando  a ocurrir en el país. La incredulidad, la subestimación del peligro a que nos vemos expuestos, al pretender restarle importancia e ignorar estos brotes de violencia, pueden llevarnos a casos mucho más graves y de características dramáticas cuando no trágicas. …no es la idea caprichosa de un grupo de inadaptados. Es algo mucho más serio y terriblemente peligroso. Y el peligro hay que conjurarlo antes que tener que lamentarlo cuando ya sea demasiado tarde”

Por el contrario EL SOL, [órgano oficial del Partido Socialista] admitía el patrocinio del comando Tupamaro, emitiendo una declaración pública el jueves 12 de setiembre. 

“Con referencia al suceso notorio de la detención de varios afiliados socialistas de Paysandú, [el Partido Socialista] se dirige a la opinión pública y muy especialmente a la clase trabajadora. (…) Los compañeros detenidos, así como el compañero RAUL SENDIC, sobre el que también se lanzan acusaciones, son personas cuya conducta pública y privada ha sido siempre movida por elevados y generosos propósitos. La opinión pública sana debe recordar que tanto RAÚL SENDIC asesor y organizador de los sindicatos rurales como otros auténticos luchadores del campo, han tenido que actuar en un medio, en el que por diversas circunstancias (…) los ha llevado a una lucha desigual, dura y sacrificada, y en ella han actuado siempre con dignidad y honradez socialistas. (…) es en función de estos elementos, que se debe enjuiciar la actitud del compañero RAÚL SENDIC y demás luchadores rurales, rechazando la agraviante calificación de meros delincuentes o aventureros hecha por los enemigos de la clase trabajadora y el pueblo”.

Al mejor estilo Robín Hood en Navidad

 Seguramente inspirados en la inmemorial leyenda robinhoodiana, del bandido, con fama de héroe y forajido -que moraba en los bosques de Sherwood, adiestrado en robar a los ricos para dar a los pobres– los integrantes del Coordinador de La Teja, días previos a la navidad de 1963, realizaron varias acciones semejantes. 

Atracaron varios camiones cargados, básicamente de comestibles, y distribuyeron sus contenidos en las barriadas pobres de Montevideo. Según los diarios de la época, fueron algunos camiones de Conaprole y de grandes almacenes, entre ellos, tres de la tradicional cadena Manzanares. Así mismo -recuerdan vecinos de las cercanías del Camino de las Tropas- la distribución de decenas de trajecitos, camisas y corbatas para niños, de la clásica sastrería montevideana El Mago. 

Desde 1370, mucha agua había corrido bajo los puentes. Las aventuras del facineroso inglés, encarnado ahora en los llamados Tupamaros [Tabaré Rivero había tenido la ocurrencia de apodarlos así, aunque ese día se hicieron llamar Comandos del Hambre] aún ejercía una gran fascinación, y no sólo entre los más indigentes, la población comenzaba a mirar con simpatía estas acciones, sin estimar el potencial riesgo de estas violentas acciones.

Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo]. 

Las Raíces del Golpe Militar (VII)

Las Raíces del Golpe Militar (VII)

Los prolegómenos de la lucha armada 

Casi en simultáneo, dos factores -en apariencia lejanos- coadyuvan en los prolegómenos de la lucha armada.

La fundación de la UTAA [la unión de los azucareros de Artigas, instigados por el aventajado procurador, a quien el PS le había confiado la misión de organizar a los obreros del norte del país] y la conformación del Coordinador [agrupamiento surgido a partir de ferméntales y enardecidas reuniones de activistas de izquierda, en la Cachimba del Piojo] juntos estos dos elementos, se constituyen en la piedra fundamental de la fallida revolución en el Uruguay. 

La Cachimba del Piojo, así llamada la fuente ubicada en La Teja, a metros del arroyo Pantanoso -que desde 1860, había brindado agua permanentemente a los lugareños del viejo Pueblo Victoria- fue el sitio donde se gestó el Coordinador. El lugar tenía historia, había sido escenario, 120 años antes -cuando la Guerra Grande- de un encarnizado combate entre las tropas leales al Gobierno de la Defensa y el ejército sitiador de Manuel Oribe, resultando victoriosos los Defensores de Montevideo. 

Eran los últimos meses de 1962, cuando, en el rancho de la tía de Eduardo Pinela Acosta [un apreciado referente del lugar] ubicado entre las calles José Mármol e Inclusa, comenzaron -con un sigilo casi sacramental- las primeras tertulias; y es allí el punto iniciático, históricamente considerado, del movimiento insurreccional uruguayo. 

La planificación de las operaciones ilegales, evidentemente, no admitían un funcionamiento en régimen de asamblea, por lo que fue necesario instalar un cuerpo colegiado, organizador, representativo de los diversos grupos existentes, protorrevolucionario, al que dieron en llamar Coordinador

Representaban grupos independientes surgidos del desgaje, fundamentalmente: del sector -inicialmente herrerista del Partido Nacional- que funda el Movimiento Revolucionario Oriental [MRO], liderado por Ariel Bolívar Collazo Odriozola;  de buena parte de la militancia más combativa del Socialismo, que mantiene estrechos lazos  con la mayoría representada por Vivian Trías, José Díaz y Reinaldo Gargano; del desprendimiento de un grupo de activistas comunistas de tendencia maoísta, que paso a llamarse Movimiento de Izquierda Revolucionarias [MIR]; del viejo tronco anarquista, la Federación Anarquista Uruguaya [FAU]; y la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas [UTAA] identificada con el liderazgo de Raúl Sendic.

Entre los precursores –se recuerda- a Gerardo y Mauricio Gatti por la FAU; Jorge Manera Lluveras por el PS; Eleuterio Fernández Huidobro y Rivera Yic [considerado el mayor reclutador de militantes en La Teja y el Cerro] por el MRO; Jorge Torres y Washington Rodríguez Beletti  por el MIR; Raúl Sendic y Eduardo Pinela [como elementos aglutinadores] y por la UTAA Atalivas Castillo Lima y Félix Maidana Bentín [un aguerrido cañero de Bella Unión que no tenía documentos, ni siquiera sabía dónde había nacido]. 

El núcleo estable de esos encuentros operaba en el sótano de la casa, de Heredia 4440, precisamente frente a la Cachimba del Piojo, en donde, tras dilatadas veladas -que nunca finalizaban antes del amanecer- tramaban las acciones a realizar, de propaganda, y finanzas a punta de revólver.

Curioso sitio para nacer

Paralelamente, al Coordinador -aun cuando a su vez lo integraba- la UTAA, operaba con cierta independencia, como la segunda pata de la incipiente insurrección.

La Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas surge en un medio social extremadamente crítico, en donde se registraban las peores condiciones de vida. El cronograma anual de trabajo, de los llamados peludos, comenzaba en febrero-marzo con la cosecha de arroz en territorio brasilero; en junio, y hasta octubre, se volvían a Bella Unión a la zafra de la caña de azúcar; luego bajaban a los departamentos del Litoral para trabajar en la esquila y la cosecha de la remolacha. Siempre viviendo en aripucas de paja.  La paga por su trabajo era con vales -y como nunca alcanzaban a trabajar semanas completas, agobiados por las agotadoras jornadas- la retribución no alcanzaba ni para comer. 

Las condiciones infrahumanas y el abuso de poder eran suelo fértil, para que comenzara a tomar cuerpo la tesis foquista, machaconamente promovida desde Cuba.

Fue, dentro mismo, de un prostíbulo de las afueras de Bella Unión -que regenteaba María Basinha, una “madame” conocida por toda la “peludama” [como llamaban a la barra de los peludos] en donde además trabajaba, una compañera de Julio Vique, que luego fue su esposa- donde se echaron las bases para fundar un sindicato de cañeros. Al día siguiente el 3 de setiembre de 1961, a la sombra de un monte de eucaliptus cercano a Calpica, reunidos 32 cañeros [Sendic no había podido llegar, a consecuencia de las crecientes de los ríos] decidieron por unanimidad elegirlo como asesor, dada la fama que se había ganado, orientando al gremio de El Espinillar. El 21 del mismo mes, en una asamblea más numerosa, se ratificó todo lo actuado en las instancias anteriores y de esta manera la UTAA iniciaba su peripecia reivindicativa.

Ser mujer militante en aquellos años 

A poco de su fundación, el 4 de enero del 62 la UTAA declaró una huelga que alcanzó a durar tres meses, en reclamo por adeudos salariales, eliminación del pago en bonos, por las 8 horas y bolsa de trabajo, básicamente. 

En la capital se desconocía casi por completo las condiciones de atraso en las que se sobrevivía en el norte del país. EL DÍA, EL SOL y EL POPULAR, pero también EL PAÍS y LA MAÑANA apostaron cronistas y fotógrafos en Bella Unión para traer de primera mano la marcha de los acontecimientos. Se había caído el velo, la situación, mantenida oculta por años, había tomado estado público y la realidad en las cañeras de Artigas sorprendía, y a su vez, disgustaba a toda la población.

El 6 de mayo, EL SOL, titulaba en su portada “Triunfo obrero en las cañeras” y antes, dando cuenta del desarrollo de la huelga, el diario socialista calificaba como, “una rebeldía viril y justa de hombres…”  y a mediados de junio, el viernes 15 editorializaba, “Se trata de hombres que lucharon como hombres para ganarse el derecho a vivir como hombres”. 

El papel de las mujeres cañeras, en aquella recia lucha era verdaderamente hazañoso, en las cañeras ellas trabajaban a la par de los hombres, aun así, EL SOL [11 de mayo 1962] observaba “…el lugar de las mujeres será el del apoyo, el acompañamiento, la comprensión y la solidaridad” y EL POPULAR [3 de mayo 1962] en su página editorial, refiriéndose a la paga inferior que recibían las mujeres, precisaba, “…esto, no necesariamente, las ubica en el lugar de demandantes. Más bien, ‘la mujer heroica de las azucareras’ es aquella que permanece incondicionalmente junto a sus esposos y compañeros; son éstos los que la significan, asignándole un lugar”.                                    

Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo]

Nuestras Pesadillas (XXXVI)

Nuestras Pesadillas (XXXVI)

“No entiendo por qué te sumergiste en la interna colorada después de la derrota de 1958. ¿Qué tiene que ver con la aparición de la violencia política en el Uruguay?”, estas fueron las textuales palabras de un viejo amigo. La pregunta es válida y la respuesta muy sencilla: creo que es importante analizar las mutaciones que sufrió el Partido Colorado durante 1959-1966 para así conocer en qué condiciones estaba cuando retornó al gobierno y debió enfrentar el desafío tupamaro. Si podemos comprender esto, entenderemos mejor las respuestas que dio. Y entender no es juzgar.

Retornemos al período 1959-1962. Una mirada atenta a los movimientos de Oscar Gestido nos permite considerar que actuó con una dosis considerable de buena fe, voluntad y acaso, algo de ingenuidad (acaso, por desconocimiento) en la arena político-partidaria. Su obsesión por lograr la unidad total del Partido Colorado, no solamente para ganar las elecciones sino también para gobernar, es comprensible pero pareció no llegar a percibir que las diferencias entre los grupos colorados obedecían a múltiples causas que la ley de lemas exacerbaba al máximo. El propio marco legal de la época propiciaba un bipartidismo fraccionado. (Durante el primer tramo de su gobierno, Gestido hizo el último intento por conciliar posturas irreconciliables con malos resultados)

Al margen de esto, hay un punto interesantísimo en 1959-1962. En el transcurso del primer colegiado blanco, y a pesar de resultar favorecido a través de diversos estímulos económicos, el sector agroexportador no aprovechó el cambio de orientación para concretar inversiones productivas o de mejora de sus establecimientos, derivando las ganancias obtenidas hacia actividades improductivas, como negocios inmobiliarios o especulación con moneda extranjera. En la misma línea, tampoco el sector industrial, contraído por la ausencia de asistencia estatal y cada vez más reducido en su faceta empleadora, realizó inversiones productivas, sino que contribuyó a la especulación financiera y la inflación acelerada que cada vez resultaba más difícil controlar.

¿Es acaso, como sostiene el historiador Fernando López D’Alessandro, que Uruguay tuvo una “clase dominante” pero no una “clase dirigente”? Lo cierto es que todos los logros del gobierno que se manifestaron en 1960-1961 se esfumaron en la coyuntura electoral de 1962. Ese año comenzaron las marchas cañeras desde Bella Unión a la capital, lideradas por Raúl Sendic y muchos han creído ver en ellas un movimiento de masas poderosos, al que Mauricio Ronsecof llegó comparar con un “ejército”. ¿Esto es así…?

La documentación histórica disponible nos puede ayudar a comprender mejor este fenómeno. Los cañeros, como los trabajadores remolacheros o arroceros, soportaban penosas condiciones laborales y de vida diaria. La izquierda descubrió el interior profundo y dirigentes como el malogrado Orosmán Leguizamón y Raúl Sendic, lograron organizarlos sindicalmente para conseguir mejoras. Pero nunca fueron una fuerza multitudinaria y muchísimo menos un “ejército”. Eso es parte del “relato oficial” tupamaro. Los cañeros eran apenas un centenar de personas que marchaban con sus familias. De todas formas en aquel Montevideo agitado por la campaña electoral la presencia de los cañeros acampando en los alrededores del Palacio Legislativo provocó cierto escándalo.

A todo esto, el 14 de marzo de 1962, a ocho meses de las elecciones y después de algunas prácticas previas, en pequeño comité, casi toda la plana mayor del coloradismo se reunió en el Rancho Pororoca en Punta del Este. Dos días antes, en un ambiente de optimismo, se había inaugurado la sede central de Comisión Nacional Colorada procandidatura del general Gestido. En la sede de 18 de julio 1225 con los diversos salones repletos de gente, entre los que estaba César Batlle y Pacheco, el general Gestido, en su discurso. En el mismo dijo que “la República necesita al Partido Colorado unido y nosotros nos proponemos trabajar desde aquí por esa unión”

Con las palabras de Gestido sobrevolando el ambiente, la reunión en Punta del Este se centró en la opinión de Luis Batlle sobre el tema. No eran pocos los dirigentes de la lista 15 partidarios de extenderle la mano a Gestido. Tras las deliberaciones se esperaba con cierta ansiedad la palabra del conductor quincista. Cuando habló disipó muchas incógnitas: “Entiendo que no podemos estar juntos, pues yo siempre tendría que reprocharle que la prédica desde el diario El Día fue la causa principal de la derrota del Partido Colorado en las elecciones de 1958”.

César Charlone, uno de los asistentes de la reunión, insistió. Era vital, a su juicio, hallar una solución. Ante lo cual Luis Batlle fue lapidario. Le expresó que si era “capaz de buscar una solución que contemple a todos los grupos, yo digo que usted es Dios… y no creo que usted lo sea”.

Gestido no consiguió la “lista única colorada” pero, en cambio, logró acordar con Luis Batlle un programa común de gobierno.

Sabemos bien lo que sucedió en las elecciones de 1962 pero, al margen del estrepitoso fracaso de la Unión Popular, ¿no deberíamos observar otras consecuencias?