por Jorge Leiranes | Abr 19, 2023 | Historia
Los mismos de siempre
Era la madrugada del viernes 29 de mayo de 1970, cuando un comando tupamaro –liderado por Sendic, compuesto además por cuatro cañeros- invadió el Centro de Instrucción de la Armada, en el extremo sur de la península montevideana. Fernando Garín un marinero que prestaba servicios en esa unidad -reclutado para el movimiento, poco tiempo antes por Lucas Mansilla- fue quien proporcionó la información para el asalto.
El cabo de guardia, Garín, dispuesto a comenzar la primera ronda de rutina, subió hasta la azotea, en dirección a su compañero centinela, y cuando estuvo a su lado, echó mano a la pistola de reglamento y apuntándole, lo forzó a que le entregar el arma y se acostara boca abajo… luego, desde lo alto y con el fusil M-16 apuntando al “puerta” le ordenó que abriera el portón, para así dejar ingresar a sus compinches.
Culminaría sin contratiempos el operativo, no habiendo disparado un solo tiro, partiendo los complotados en tres camiones de la propia marina, repletos de armas. Pese a que la Armada nunca reveló el total de armas robadas, extraoficialmente, se pudo saber, que se trató, de 4 sub ametralladoras Thompsom, 90 fusiles, 150 fusiles semiautomáticos Garand M-1, 4 fusiles M-16, 4 metralletas Raissing, 7000 proyectiles, un número indeterminado de granadas y 6 radios-transmisores de mochila.
El arsenal en manos del movimiento extremista se convirtió en una espada de Damocles para políticos y militares. Se pensó que irían a desatar una escalada en su accionar; y a raíz de esa conjetura, se registraron dos incidentes de insumisión en los cuerpos militarizados, a partir de los cuales el personal armado de la Policía, decidió no volver a salir más a la calle en esas condiciones.
Insólita conjura para derrocar al Presidente
En pleno altercado se produce un hecho verdaderamente insólito: un abogado de los insubordinados de la Guardia Republicana [El Dr. Caracé Hernández, según surge del relato de los hechos, del diputado Gutiérrez Chirimello, publicado el 1º de julio del 70 en El Debate] solicita, por intermedio de los presos de Punta Carretas, un encuentro entre la Dirección del MLN y emisarios del grupo político Herrera-Heber, que dirigía es ex presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Alberto Héber Usher.
En la tardecita del viernes 2 de junio de 1970, se produjo el encuentro poco conocido, pero -por su gravitación en los años siguientes- bien habría merecido una mayor trascendencia. Lucas Víctor Mansilla Calleros por el MLN y Héctor Gutiérrez Ruíz y Alberto Gutierrez Cirimello por los nacionalistas, departieron durante algo más de una hora, en un lugar oculto de Montevideo. El primero, integrante por entonces del movimiento Por la Patria, [lo había cofundado en 1968, junto a Wilson Ferreira Aldunate] y el último, comisionado por el sector Herrerista y el presidente del Diretorio nacionalista, en consecuencia se trataba de una representación auténtica del Partido Nacional.
Consultadas diversas fuentes respecto al contenido de la enigmática conversación, todos los relatos coinciden en afirmar, que el planteo de los legisladores blancos, habría comenzado reconociendo cierta analogía entre las revoluciones blancas del siglo XIX y la acción rebelde, de los movimientos armados del 60, antes de pasar a exponer sus planes.
Según lo narrado, así fueron las primeras palabras, “El partido que representamos, ve con simpatía la labor del MLN-T, a quien comparamos con los contingentes armados de Aparicio Saravia… entendemos conveniente mantener estrechos contactos, para profundizar en el conocimiento mutuo que permita llegar en el futuro a acuerdos de fondo”. Expuestas las coincidencias y la necesidad de profundizarlas, los integrantes del coloquio, se dedicaron a rememorar pasajes puntuales de la historia, evitando -como es lógico- referirse a aquellos aspectos discordantes, que seguramente habrían afectado el buen talante de la conversación.
Finalmente y luego de un instante de suspenso los diputados blancos pasaron a formular sus intenciones y trasmitieron su petición, “…a tales efectos solicitamos una tregua de 45 días [de la lucha armada], en los que con las fuerzas que contamos en los Cuerpos Policiales y en la Fuerzas Armadas promoveremos el derrocamiento del gobierno de Pacheco Areco… y cuando esto se haya concretado, volveremos a conversar acerca de un plan de gobierno común, con amnistía para los presos del MLN-Tupamaros y la integración de algunos miembros [del Movimiento] a nivel de gobierno…”
En líneas generales la propuesta fue muy bien recibida, sólo alguna voz disonante habría manifestado su desconfianza: “no creía en la honestidad de los Héber y consideraba que todo, no era más que un señuelo para conseguir una tregua, tregua que prestigiaría políticamente a los blancos, sin beneficio cierto para el Movimiento. Además, -según el informante anónimo- consideraba que era una decisión demasiado importante para adoptarla sin consultar a los Comandos de Columna”. Finalmente se impuso la posición oportunista de Sendic, “dado que no estaba prevista ninguna acción en los siguientes veinte días [por lo que en realidad no se estaba haciendo ninguna concesión] y además, nada se arriesgaba, dado que la negociación, se había acordado que fuera secreta”.
La tregua pactada
El 13 de junio se iniciaba la tregua unilateral de los Tupamaros, al tiempo que la Policía -ajena a los acuerdos- continuaba con los operativos en busca de las armas; y los colorados -desconociendo por completo la conspiración- no dejaban de ver intenciones dolosas, en cada acción de sus colegas blancos. Los generales Aguerrondo y Vadora, estaban en permanente contacto con los hermanos Héber, -y con Wilson Ferreira Aldunate a través del diputado Gutierrez Ruiz, al que informaban a diario sobre la interna militar- suscitando comprensibles suspicacias en el partido de gobierno.
A sólo dos días de comenzada la tregua, el diario EL DEBATE, que pertenecía al grupo de los Héber, viola el secreto, dando una “noticia exclusiva”, aun cuando, sin ajustarse estrictamente a la realidad de los hechos. En su edición del lunes 15, el matutino, con un destacado encabezado, decía “estar ahora, en condiciones de confirmar, una noticia que fuera adelantada el pasado jueves 11 por nuestro diario” [dos días antes de comenzar la tregua y tres antes de que el MLN anunciara su decisión]. El comunicado de la organización clandestina, anunciaba “un compás de espera de 15 días, de todo tipo de ataque a los efectivos policiales, a la espera de una “recapacitación” sobre lo que entienden como un ensañamiento criminal de las fuerzas represivas”.
El Poder Ejecutivo clausura por cinco ediciones regulares a El Debate. Dice el decreto, [visto] “La conducta periodística del diario… considerando: que muchas de sus publicaciones se caracterizan por hacer afirmaciones sobre hechos inciertos, que desprestigian las instituciones… que el PE está obliga a salvaguardar y defender”.
Cumplida la suspensión, en un suelto editorial, EL DEBATE, bajo el título de –SÓLO LOS TRAIDORES O LOS EUNUCOS QUEDARON INDIFERENTES– escribe:
Ningún sector verdaderamente nacionalista, dejó de conmoverse y expresar su repudio ante la medida de gobierno. Quienes han elegido acompañar este gobierno despótico, y medrar a su sombra a la búsqueda de un poquito de poder, se dieron un gran lujo, que posiblemente les cueste demasiado caro: ir contra la historia. El Debate, expresión de un partido de hombres y mujeres nacionalistas, no calló su voz. El gobierno, al intentar hacerlo desaparecer, cometió un grave error; el de todos los tiranos, que creen que el pueblo puede ser clausurado por decreto.
Wilson Ferreira envía una nota al Directorio del Partido en donde se refiere a la clausura como “un nuevo avasallamiento” y agrega:
“Ahora la bofetada ha sido dada a nuestro Partido. No puede ya el Presidente de la República alegar prédica foránea y extranjerizante para justificar este atropello. Las raíces de nuestra Patria y del Partido Nacional van unidas”.
El 2 de julio acabó el plazo acordado y como prueba inequívoca de la tregua, por la noche misma de ese día, se procesaron –por parte de los extremistas- acciones de desarme de agentes policiales, con un saldo de varios de ellos heridos y uno muerto.
El Partido Comunista celebrando los tres lustros de su risorgimento –luego de la purga a los Gómez y el entronizamiento del todopoderoso Rodney Arismendi- dedica una página de su vocero EL POPULAR, convocando a “¡VOLTEAR AL GOBIERNO AHORA!”. Nueve consigna enlazadas,
“15 años de acusación al régimen; 15 años por la revolución; 15 años por elevar a la juventud uruguaya; 15 años de lucha solidaria, patriótica e internacionalista; 15 años por convertirse en la avanzada; 15 años jalonados con mártires… y héroes de mil hazañas de la lucha popular; 15 años que se festejarán con una gran campaña propagandística y agitativa, de difusión ideológica y política, de reclutamiento acelerado; 15 años que se festejarán en medio de la más dura y prolongada lucha del pueblo contra la oligarquía. 15 años que se festejarán bajo una consigna: ¡VOLTEAR AL GOBIERNO AHORA! único camino definido y combativo…”
La apología del delito, claramente expresada en esa página, provocó, como inmediata respuesta del PE, una nueva clausura del diario, amparado en las MPS.
El golpe de Estado, evidentemente no ocurrió y el diario no cumplió con el acuerdo de mantener en secreto la tregua unilateral -dos días antes de iniciarse, anunciaba como primicia EL DEBATE, la decisión que habría de adoptar con posterioridad el grupo armado- no obstante los acuerdos continuaron -ya más como una relación de tipo comercial- con pingües beneficios para las dos partes.
Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].
por Jorge Leiranes | Abr 10, 2023 | Historia
La buseca de la discordia
La buseca, con la que había convidado el matrimonio Vadora a sus amigos, la noche del jueves 24 de julio de 1969, en su residencia de Punta Gorda, no desató la Guerra de Troya -como la Manzana dorada de la Discordia que arrojó la diosa Eris en plena boda de Peleo y Tetis- pero sin duda, fue un mojón fundamental en el desarrollo de los acontecimientos que acabaría con el golpe de Estado, el 9F.
El episodio cobró relevancia al conocerse la identidad de los comensales. El dueño de casa, el por entonces coronel del Ejército Julio César Vadora había decidido agasajar a un grupo de amigos y altos oficiales Superiores de las Fuerzas Armadas, con un estupendo guiso criollo, cuando la noticia llega a la sede policial de San José y Yí, su Jefe el coronel Romeo Zina Fernández -probablemente sugestionado por los antecedentes de algunos de los invitados- decide actuar sin apartarse del principio de legalidad, pero con inusitado rigor.
Por ser el coronel Ramón Trabal el coordinador ejecutivo, le correspondía conducir el operativo policial. Lo cual, ciertamente no era de su agrado, pues sabía a qué se arriesgaba al tener que entrometerse en los túrbidos asuntos de sus compañeros de armas de mayor graduación, pero -como buen profesional, en cumplimiento de sus deberes funcionales- debió acatar la misión que se le había encomendado.
Los nombres de los militares y políticos reunidos esa noche no fueron conocidos en su totalidad. El parte que arrojó el operativo, sólo menciona a ocho oficiales superiores, a saber Ballestrino, Núñez, Ramírez Techera, Spalza, Morales, Álvarez [los dos hermanos] y Vadora [el invitante] sin embargo –ateniéndose, a la cantidad de autos ajenos a la cuadra, se presume que fueron muchos más. Algunos vecinos habrían facilitado el egreso de quienes querían escapar al fichaje policial.
De acuerdo a la versión leída en la Cámara por el diputado Gutiérrez Ruíz -extraída del diario La Prensa de Buenos Aires, en su edición del 30 de junio- a poco de haber comenzado la velada,
“De pronto, una llamada telefónica de un vecino hizo saber a la señora de Vadora que su casa y toda la manzana, estaba rodeada por efectivos policiales, armados con ametralladoras de mano. Los participantes de la reunión creyeron que se trataba de una broma y comentaron risueñamente el aviso. Sin embargo el ladrido de los perros de la vecindad les hizo pensar que realmente ocurría algo extraño en las afueras. Una somera observación permitió al dueño de casa cerciorarse de que hombres uniformados estaban apostados en un terreno baldío lindero y que un individuo trepado a un árbol, intentaba observar los movimientos del interior de su casa. (…) Para cerciorarse de la realidad de los hechos (…) llamó por teléfono a la jefatura de policía pidiendo comunicación urgente con el jefe, coronel Romeo Zina Fernández. (…) Como el llamado del jefe demoraba pidieron comunicación con el “jefe de día”, que era el coronel Ramón Trabal. Este les informó que el procedimiento había sido ordenado por el coronel Zina Fernández; pero que lo único que tenían que hacer era individualizarse y que podían retirarse libremente en el momento en que desearan hacerlo. (…) Pasaron dos horas sin novedades y entonces, ya cerca de la medianoche, los participantes de la cena empezaron a retirarse con variados intervalos. (…) A medida que los oficiales se retiraban y acreditaban su identidad les pedía excusas por haberlos molestado. El dueño de casa a las 8:30 del día siguiente se uniformó para ir a presentar sus quejas al inspector general del ejército. Cuando iba a sacar el coche, una camioneta policial se le atravesó en el camino y le exigieron identificarse pese a vestir uniforme. Mientras estaba en la inspección del ejército, elementos policiales con orden judicial de allanamiento, penetraron en su domicilio. (…) Una investigación realizada por el corresponsal [de La Prensa] (…) le permitió saber que las reuniones de camaradas de armas del coronel Vadora son habituales y que los ocho jefes incluidos en este episodio se manifiestan “legalistas y respetuosos de las Constitución y las leyes, y de los poderes legalmente constituidos”
Al coronel Trabal le valió el patíbulo cadalso
La policía, como en 1946 [cuando la conjura fallida de una treintena de policías y militares encabezados por el coronel retirado Esteban Cristi, padre del general Esteban Rivera Cristi Nichelet, protagonista del golpe del 9 de febrero del 73] había actuado con diligencia, sin desmanes. Aun cuando, amparada en las medidas prontas de seguridad, las autoridades policiales habían procedido con la debida ponderación en defensa del orden institucional.
Sin embargo, en esta ocasión, el comportamiento policial no recibió el reconocimiento unánime del conglomerado político, por el celo institucional demostrado en la ocasión. La bancada de diputados del sector Herrera-Heber del Partido Nacional, en la primera ocasión -el miércoles 2 de julio- presentaría una minuta de comunicación, expresando al Presidente de la República, su “enérgica protesta” por la actuación policial y “la pasividad negligente del Ministerio de Defensa Nacional”.
A continuación, en la exposición de motivos de la referida minuta, los legisladores blancos dicen no vislumbrar la finalidad de tales medidas, “como no sea menoscabar la dignidad de las fuerzas armadas”. Por lo cual, reclaman un pronunciamiento de la Cámara en el sentidos que proponemos”. Entre los firmantes sobresalían Mario Heber, Luis Alberto Salgado, Alberto Gutiérrez Cirimello, Héctor Gutiérrez Ruíz y Walter Santoro.
Comentando el episodio en su libro, La agonía de una Democracia, tiene razón Sanguinetti al señalar que, “En la dirigencia del Partido Nacional –es evidente- se privilegia la filiación blanca como un factor de cercanía; en el gobierno hace rato que se aprendió que lo más importante es la formación del militar y hasta dónde llega su lealtad institucional frente al reciente impulso por desbordar los marcos legales”.
Haber dirigido el operativo, a Ramón Trabal, le valió la desconfianza y permanente actitud de sospecha de algunos generales, que no pararon hasta su confinamiento en París en 1974, como agregado militar, en donde habría de encontrar la muerte, tras un enigmático atentado.
Es así que, la Buseca se convertiría en un capítulo casi alegórico. Una fase más de los ensayos -aunque no la última- de preparación para la puesta en escena del golpe de Estado.
La última, hasta donde se sabe, iba a ser un año después -a mediados de l970- cuando el sector Herrerista del Partido Nacional y la Dirección del MLN-Tupamaros, habrían de celebrar sorprendentes entendimientos -en principio para derrocar al Presidente Pacheco- y posteriormente, para convertir esa relación, en una solapada alianza, con variados y cuantiosos beneficios para las dos partes.
Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].
por Jorge Leiranes | Abr 8, 2023 | Historia
El país seguía rumbo al despeñadero
Las principales fuerzas en pugna comenzaban a delinearse en el firmamento nacional. Con anterioridad al surgimiento de la logia militar, el 30 de abril de 1964, el Coordinador [alianza estratégica de los grupos insurgentes] se conviería en una organización político-militar y aprueba un documento de la pluma de Raúl Sendic titulado, “Ningún cordero se salvó balando” y firmado al pie, con una clara consigna, “Armate y espera”. En los siguientes días, en forma de pasquín clandestino, se le dio al escrito una extraordinaria difusión, en el ámbito laboral y estudiantil. El éxito de esa furtiva práctica comunicacional habría de hacerse luego muy habitual [una hoja plegada al medio prolijamente impresa a mimeógrafo denominada Carta de los Tupamaros] para arengar con una predica sagaz y reiterando machaconamente una aviesa frase, ¡Mata un Policía y te convertirás en héroe!
El 11 de marzo llegaba una nueva marcha de los cañeros de Bella Unión, acompañada de su parafernalia ya tradicional, y el 11 junio, tres cañeros asaltan el Banco de Cobranzas y luego de un tiroteo se alejan con medio millón de pesos. La sucursal estaba situada en la planta baja del edificio en el que estaba refugiado Sendic, en la clandestinidad desde el 1º de agosto del año anterior.
El último martes de ese junio, es detenido y procesado un desconocido José Alberto Mujica Cordano, de 29 años de edad, al pretender robar a un pagador, los sueldos de los trabajadores de Sudamtex. Los ocho meses que estuvo privado de la libertad, por intento de rapiña en la cárcel de Miguelete, iban a ser su primera prisión importante. Anteriormente sólo tenía registradas algunas “entradas” en la comisaría, por el robo de flores, que luego vendía en las feria del Cerro como producidas en la huerta de su madre. Pero, ya para entonces egresaba instruido, mejor formado en la academia del malevaje, de los balandras y batidores, y volvía a sus flores. Iba a ser recién en 1967 que José Mujica ingresa al MLN como colaborador, junto a David Melián, relacionando a la Organización con algunos elementos vinculados al contrabando.
El lunes siguiente a la fundación de la camarilla militar el vocero del herrerismo, El Debate, parecía cobrar nuevos bríos. Luego de arremeter -sin mucho sustento, pero con desmesurado empeño- contra el Ejecutivo colegiado, promoviendo formas autoritarias; decía en su columna editorial del 31 de agosto, “El gobierno Ubede [de su mismo partido] carece de sentido de patria; de historia y de vida. Faltándole esas tres cosas, ejercer el poder debidamente, resulta poco menos que imposible. En todo caso frente a un Poder Ejecutivo anodino y débil, queda demostrado que andamos a trasmano de la época, que no es así como nuestro país logrará un mejor futuro. El gobierno ubede es una parodia del poder y lo seguirá siendo a medida que desborden los problemas, que crezca la marea social…” y alentando nuevas intentonas golpistas, el matutino blanco -en lugar destacado de su página editorial- transcribía el discurso de José Antonio Moreno González, ex embajador del Paraguay en Montevideo, al cumplirse diez años del golpe del 8 de Mayo, que entronizó al dictador Alfredo Stroessner. Ensalzando hasta el hartazgo la figura del mandatario, decía Moreno: “…gobernante visionario, estadista educado en la escuela del patriotismo, que conoce los resortes más sensibles del espíritu dinámico (…) presenta al mundo exterior una nueva fisonomía paraguaya, signada por la paz, la armonía, el orden (…) para que el mundo en general, y la comunidad americana en particular, tome nota de una presencia robusta, la del Paraguay, país que por la gravitación de su propio impulso, asume papel preponderante en el escenario americano, y hasta se muestra capaz de ofrecer el modelo de una postura realista y sin concesiones, en esta encrucijada del momento americano”.
“Juro respetar y obedecer la logia y servir a mi patria”
Había comenzado su andadura el clan militar, las ceremonias de iniciación se repetían una tras otra en las diferentes unidades. El rito de paso que cada oficial debía efectuar para ser admitido, consistía en prestar juramento delante de la bandera de artigas, en el cual los iniciados se comprometían a servir al Ejército, pero obedecer las directrices de la organización.
Según testimonios vertidos por Ballestrino a Diego Achard y guardados en el Archivo Cámpora, “…todo estaba signado por un simbolismo de patria muy hondo. Nosotros antes que en la democracia pensábamos en la patria”.
La jura radicaba en proclamar solemnemente, un escueto, pero bien significativo texto, “Juro ante la bandera del General José Gervasio Artigas respetar y obedecer la logia militar y servir a mi patria”. Se dispusieron en círculos concéntricos, batallones, compuestos por los miembros del círculo, por lo regular a las órdenes de coroneles. Los lugares de reunión eran los casinos militares de los cuarteles y los lugares de mando, en los propios despachos.
A los fundadores, Aguerrondo, Tanco, Queirolo y Ballestrino, se sumaron a continuación Esteban Cristi, Eduardo Zubía, Julio Vadora, Abdón Raimúndez, Boscan Hontou, Julio César Rapela, Iván Paulos los que rápidamente empezaron a tener mandos. Dice Ballestrino, en su testimonio, que “No se compartía la acción política, queríamos una mayor incidencia del Ejército en la conducción política del estado” -¿Pensaban en la posibilidad de dar un golpe? Inquirió el periodista. “Posiblemente se pensara… pero no estaba en los planes. (…)
Nueva intentona del general Aguerrondo
Puede que por ese entonces no estuviera en la agenda, el golpe, pero no pasó mucho para que el Jefe de la región militar Nº1, general Aguerrondo –de quien Ballestrino decía que “era un tipo de mentalidad germánica en lo militar” volviera por sus fueros, ya ahora como presidente la logia secreta.
Durante la presidencia del Consejo Nacional de Gobierno, de Alberto Héber Usher, en 1966, el general Liber Seregni, de origen batllista [ascendido en 1963] cuenta un episodio, poco conocido -que los escritores Blixen y Lessa refieren en sus libros- respecto a cómo [Seregni] le dio un decidido ultimátum al general Mario Aguerrondo Tallac [ascendido en 1964] cuando éste estaba pergeñando un golpe de Estado, junto al general Pablo Moratorio, entonces ministro de Defensa Nacional.
Conocido el incidente en el seno de la mayoría de gobierno, se produjo un cruce inesperado con consecuencias poco comunes. A raíz de una ceremonia en un cuartel, el Presidente del Colegiado, Alberto Héber, invitado en representación del gobierno, al saludar a los generales formados y alineados, estrecho la mano a cada uno de ellos, evitando hacerlo a Seregni y al general Santiago Pomoli [blanco independiente] que estaban uno junto al otro.
El hecho para nada pasó inadvertido. A más de crear un confuso alboroto, dio lugar al reclamo de los agraviados ante un Tribunal de Honor. Ante lo cual -y habiendo sido la sentencia, favorable a los dos oficiales- el presidente Héber se vio forzado a pedir excusas por el singular menosprecio.
Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].
por Jorge Leiranes | Abr 1, 2023 | Historia
La logia de los halcones
No es nada ocioso recordar la Hidra de Lerna en referencia a la logia militar que fue columna vertebral del golpe de Estado del 9 de febrero del 73. Ese instinto golpista sempiterno, que reina en el alma de los déspotas, tiene en común con la mítica Hidra [despiadada bestia, que por enésima vez debió decapitar Hércules, para poderle dar muerte] la capacidad de regenerar dos cabezas por cada una que le cercenan.
Tampoco carece de lógica mentar el arma secreta de los nazis -los halcones- que surcaron los cielos de Europa durante la guerra, entrenados para matar a las palomas mensajeras del Ejército de Estados Unidos, en la llamada “guerra de los pájaros”. Enorme problema para la inteligencia británica, estar prestos a contrarrestar -en el momento menos esperado- el ataque traicionero de los alcotanes, como para los uruguayos, salvaguardar la estabilidad democrática.
En un cuartel se celebró el acto fundacional
El 25 de agosto de 1964, el golpismo dejaba de ser sólo una tendencia y se daba una estructura formal, nacía la logia militar Tenientes de Artigas, en el casino de oficiales de un cuartel.
El recientemente ascendido general Oscar Mario Aguerrondo Tallac, los coroneles Julio Tanco y Alberto Ballestrino Valls y el teniente coronel Luis Vicente Queirolo reunidos para la ocasión, procedieron a redactar a lápiz los “fundamentos” de la logia, pasados luego a máquina por Ballestrino, único componente del grupo, que treinta años después, aceptó responder a la requisitoria periodística del reconocido autor Diego Achard, respecto a las interioridades de la secta militar.
De acuerdo a esas declaraciones -publicadas en la revista Posdata del 26 de enero de 1996- el grupúsculo proyectaba “ensancharse con camaradas afines en ideas; en principio, sólo oficiales superiores”. Se organizaban en “batallones de 15 a 20 integrantes bajo las órdenes de coroneles”. Como sociedad secreta que era, los ritos de iniciación y los objetivos de la misma, debían permanecer ocultos de todas las personas ajenas a la organización. La propia existencia de la facción permaneció de incógnito por mucho tiempo, aunque finalmente, determinadas actitudes sostenidas en común, comenzaron a despertar sospechas entre sus pares.
Es un hecho inobjetable que los militares de la logia, eran de extracción blanca [herrerista] católica y ultraderechista. Ahora bien, por más que el propio Aguerrondo reiteraba, en cuanta ocasión tenía “Nosotros no somos nazis, ni fascistas, somos orientales y nacionalistas doctrinarios” era evidente el sesgo totalitario. El propio Balestrino en la entrevista mencionada admitía que “las obras completas de José Antonio Primo de Rivera, era lo que más se leía… se inspiraban mucho en los líderes europeos de aquella época, Franco, Mussolini y el propio Hitler”.
El tan mentado José Antonio, como se lo conocía entre los discípulos a distancia de la logia, fundamentaba sus ideas dejando precisas evidencias de su orientación, “No confío en el voto de la mujer. Más no confío tampoco en el voto del hombre. La ineptitud para el sufragio es igual para ella que para él. Y es que el sufragio universal es inútil y perjudicial a los pueblos que quieren decidir de su política y de su historia con el voto”.
Cuando el 29 de octubre 1933, en el Teatro de la Comedia, de la calle Príncipe, en Madrid, Primo de Rivera, en el discurso fundacional de la Falange Española, hizo conocer con precisión los elementos medulares de su pensamiento.
“Cuando en marzo de 1762, un hombre nefasto llamado Juan Jacobo Rousseau, publicó El Contrato Social dejó de ser la verdad política una entidad permanente (…) De ahí vino el sistema democrático que es, en primer lugar el más ruidoso sistema de derroche de energías. (…) Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que sustanciar el ochenta o el noventa por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder, a soportar humillaciones y vejaciones de los que precisamente por la función casi divina de gobernar estaban llamados a obedecerle”.
Así pensaba el inspirador de los miembros de la logia, aun cuando, no podía ser para ellos -reconocidos herreristas- una idealidad novedosa, ya antes, el caudillo blanco Luis Alberto de Herrera, había sido objeto de una seducción comparable.
Herrera y la Falange Española
En 1937, en su viaje por Europa -según cuenta Alfredo Alpini, licenciado en Ciencias Históricas, en su libro, Uruguay en la era del fascismo– Herrera además de visitar Inglaterra, pasó por Italia. Mussolini lo recibió personalmente en el Palacio Venecia. Al retirarse de la reunión. Herrera le dijo a la prensa italiana que “la Italia que vi es muy distinta a aquella [de hace 15 años], existe un espíritu nuevo que me ha maravillado. (…) El gran cambio fue obra del mismo pueblo y de su Jefe”.
Luego, invitado por la Radio Italiana, en una extensa entrevista el caudillo nacionalista, expresó, “…veo ahora aquí, lo que antes nunca viera: colosal despliegue de energías morales y materiales, infatigable acción reconstructiva (…) y en lo alto una bandera gloriosa y una gran afirmación colectiva. ¡La Nueva Italia! (…) En el centro de este formidable movimiento anímico, cívico, patriótico y social, cual propulsor de la obra inmensa, la figura extraordinaria de Benito Mussolini, que llena la época contemporánea”.
Hurgando en archivos documental Alpini halló una muy elocuente misiva de José de Torres [dirigente de la Falange en Uruguay] que ratificaba la membrecía de Herrera a la Falange Española.
Escribía el falangista, al líder blanco en 1940 “…quiero aprovechar esta ocasión para testimoniarle cuanto agradecemos, Falange y yo personalmente, el interés y el afecto con que Ud. mira esta Organización, como asimismo su labor en el terreno político a favor de Falange. También lamentamos las molestias que pudieran ocasionarle compañeros de prensa motivados por su interés en Falange, que si estuviese en nuestras manos, evitaríamos gustosamente (…) no dude que todos los afiliados ven con honda simpatía su labor política y están en espíritu con Ud. que tanto nos distingue y nos ayuda. Para evitar que indiscreciones de los empleados de Administración puedan dar fundamento a las críticas (…) he mandado retirar su ficha administrativa de las oficinas de administración, pero la conservo en mi fichero particular considerando que ella honra los ficheros de Falange, como así mismo recibiré con mucho gusto y como un honor los donativos que en forma periódica u ocasional Ud. haga para la obra social de Falange en el Uruguay…”Había nacido la logia secreta, Tenientes de Artigas, siguiendo el ejemplo de la UME Unión Militar Española [sociedad secreta nacionalcatolicista, de gravitante participación en la Guerra Civil] y había reverdecido el viejo anhelo de los noveles conspiradores de 1946 -los que liderados por el coronel Esteban Cristi (padre del general homónimo, que en el 73 encabezaría el golpe del 9F) habían sido sofocados por la policía- el viejo anhelo de dotar de organicidad a la tendencia antirrepublicana del Ejército.
Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].
por Jorge Leiranes | Mar 19, 2023 | Historia
Como en el teatro de Lorca
No sería desacertado pensar que la suma de los acontecimientos acaecidos en Uruguay en 1964, habría dado material suficiente al mismísimo Lorca para materializar en la escena, una idea -que, contemplando tiempo y espacio- conjugase al unísono drama, tragedia y farsa.
Para comenzar, en plena temporada de verano cada día con más insistencia, se alcanzaban a escuchar los cuchicheos típicos de una conjura en ciernes. El ruido estridente de “golpear con las conteras de los sables el suelo de mármol”, al confabularse, oficiales militares y políticos, con el propósito manifiesto de implantar una “dictadura terapéutica”.
Las razones que esgrimían, básicamente los ruralistas y herreristas, para concebir el ignominioso plan, reposaban principalmente, en la extendida convicción, de que el gobierno “blanco independiente”, de su propio partido, era incapaz de conducir al país: por su “notoria ineptitud” por el “fraccionamiento extremo del partido, [según ellos] provocado desde la propia Casa de Gobierno” y finalmente, el infalible pretexto –muy en boga por aquel entonces- de que el Ejecutivo colegiado “es una rémora para gobernar en estos nuevos tiempos”.
La fatalidad parece adueñarse -ese año- del destino político de los uruguayos, en el lapso de tan sólo 125 días, mueren de muerte natural, los tres principales líderes del panorama político nacional [el 25 de marzo Benito Nardone, a los 57 años; el 15 de julio Luis Batlle Berres a los 66; y trece días después, el 28 de julio, a la edad de 63 años, Daniel Fernández Crespo].
En la mañana del miércoles 1º de abril los militares brasileños con el apoyo ostensible de los Estados Unidos, destituyen al presidente constitucional Joao Goulart, y el hecho cobra enorme gravitación en el Uruguay.
En la muy especial coyuntura que estaba viviendo el país, el reconocimiento al gobierno militar de Brasil, significó una verdadera disyuntiva para el Ejecutivo uruguayo. Una demora o negativa del otorgamiento habría operado como un factor disruptivo, perturbador, en las relaciones de ambos países y por el contrario un rápido reconocimiento, podía ser interpretado como una señal de proximidad con la naciente dictadura brasileña, por parte de los militares uruguayos. Casi sin el debido rigor para corroborar si las nuevas autoridades de país vecino, reunían las condiciones y requisitos que determina el otorgamiento, el gobierno uruguayo formalizó la aceptación al mismo tiempo que habilitaba el ingreso al país del derrocado presidente.
En los primeros días de abril, enseguida de instalada la dictadura, Brasil estrena su nueva política exterior enviando emisarios diplomáticos y militares a Montevideo para, en misión confidencial, informar sobre las connotaciones del proceso. El carioca Manoel Pio Correa, de anterior trayectoria, como segundo secretario de la representación diplomática en Uruguay, es designado embajador. Por su estrecha vinculación con el sector proclive al golpe y por su señalamiento como colaborador de la CIA, el nombramiento de Pio Correa, es visto con marcado recelo, principalmente por la dirigencia colorada. El sábado 4 de abril Joao Gulart se instala en Montevideo y desde su arribo comienza el acoso por parte de la embajada, que sigue todos sus pasos, con el propósito de tenerlo controlado y aislado.
Jornal do Brasil en su edición del 17 de mayo y O Globo del día siguiente, manejan, en sus editoriales, la hipótesis de una posible invasión de tropas brasileñas a territorio uruguayo, vista la creciente evolución del comunismo y del movimiento sindical en el país.
Apremiados por la circunstancia, dirigentes políticos del entorno de Batlle Berres realizaron -según se supo- imperiosas gestiones ante el gobierno del presidente Johnson, requiriendo apoyo para contener la intimidación de Brasil.
Un documento desclasificado, de la embajada americana al Departamento de Estado, de los Estados Unidos -publicado en uno de los libros de la historiadora Clara Aldrighi- el embajador Wimberley Coerr informando respecto a un encuentro suyo -en la sede del diario Acción- con su director, revela la palpable aprensión de Batlle Berres por el nuevo estado de las relaciones con Brasil.
Conforme al memorándum de Coerr, don Luis Batlle –de manera muy coloquial y distendida- habría manifestado con absoluta claridad su pensamiento, respecto al incipiente régimen brasileño “El nuevo presidente y el nuevo canciller son enemigos de Uruguay; mantienen el viejo sueño brasileño de desplazar la frontera sur de Brasil hasta Salto. Nos esperan tiempos difíciles con ellos en el poder”.
Se encienden las alarmas
En las últimas horas de la tarde del 10 de junio comienza a circular una información que, no por presentida, dejó de ser preocupante: Altos oficiales del Ejército uruguayo habían advertido al líder de la Lista 15, la existencia de una confabulación militar -de la que iban a participar el Jefe de Policía, coronel Ventura Rodríguez y su predecesor en dicho cargo el coronel Mario Aguerrondo, junto a un grupo de oficiales blancos- para dar un golpe de Estado. Según las mismas versiones, la Policía de Montevideo se encargaría de desalojar el Ejecutivo y el Legislativo, al tiempo que -de acuerdo a lo previamente establecido- el Ejército se mantendría expectantes en sus unidades, para luego instalar una junta militar.
Raudamente, el por entonces diputado Jorge Batlle, pone al corriente de las noticias a la Embajada de los Estados Unidos. El Partido Colorado, por su parte, resuelve emitir una declaración pública, en la que convoca al gobierno a “resolver la crisis” ofreciendo el necesario apoyo parlamentario [sin precisar las características del peligroso trance] y designa a los diputados Glauco Segovia y Jorge Batlle para entrevistarse con los consejeros de gobierno Alberto Heber del Herrerismo y Washington Beltrán de la UBD [Unión Blanca Democrática] y prevenirlos de la situación. Al mismo tiempo realizan gestiones perentorias con algunos oficiales militares, afines al Partido Colorado, para instarlos a no permanecer pasivos como pretendían los conjurados.
Cada cual hacía su parte
El 10 junio el diario Acción exhorta al Partido Nacional a “sanear el mal clima que esos enemigos desean crear”. Al día siguiente en las páginas de El Debate, el ex presidente del CNG, Eduardo Víctor Haedo, escribía “Un gobierno que no funciona es un gobierno sin legitimidad… Un clima de subversión está siendo desarrollado desde la misma Casa de Gobierno”. El senador, herrerista, Washington Guadalupe, [director de El Debate] militante acérrimo de la causa golpista, aplaudía calurosamente desde su audición radial, la irrupción de los militares brasileños. Por su parte, Jorge Giucci Urta, muy próximo al cerno del herrerismo, militante convencido de la causa golpista, reflexionaba de esta manera, “Si no hay reforma constitucional, habrá sin duda un golpe que traerá la reforma. Esta circunstancia podría asustar lo suficiente a los colorados como para votar por la reforma. Si esto no ocurre, entonces la reforma llegará por la fuerza. Ahora bien, como los militares no están preparados para gobernar será preciso ingresar los técnicos de primer gobierno [herrrero-ruralista] al gobierno militar”.
No puede dejar de reconocerse el rol fundamental, desempeñado por el embajador Wymberley DeRenne Coerr, en favor de la estabilidad institucional, realizando contactos con militares, políticos, empresarios y directores de medios.
Entrevistado por el diplomático, el empresario rural Juan José Gari, notorio colaborador de la CIA [Según los archivos desclasificados y analizados por la ensayista Aldrighi] sin rodeos admitió “indudablemente se está incubando un golpe… lo que Uruguay necesita es un golpe no político, protagonizado por los militares para después retornar lo antes posible. Eso sí bajo un “sistema viable”.
En otro fragmento del fondo documental, el embajador informaba a Washington, “los herreristas no son precisamente famosos por su compromiso con los principios democráticos, tal como lo entendemos nosotros. …y los dirigentes colorados especialmente los de la 15, tienen un casi patológico miedo a Mario Aguerrondo y probablemente se vean forzados [en los próximos meses] a hacer concesiones políticas para impedir que [este militar] reciba una designación [en un puesto de mando] que le facilite perpetrar el golpe que los colorados están convencidos desea”
El viernes 12, el diputado Batlle informa a su bancada que la reunión con el consejero Heber había sido “del todo improductiva… sigue jugando con la política, sólo busca apropiarse de nuevos ministerios” se lamentó. En cambio consideró “fructífero” el encuentro con los otros dos consejeros, Beltrán y Fernández Crespo. Al caer la jornada, circulaba en los corrillos de la Cámara dos noticias alentadoras, el Inspector General del Ejército [a la sazón, así se llamaba al comandante en jefe] General Gilberto Pereira Serrano había manifestado su disposición a “resistir el golpe con el apoyo de la Marina y seguramente también, de la Aviación” y por su lado el nuevo ministro de Defensa, Pablo Moratorio -a expreso pedido de Jorge Batlle- realizaba declaraciones por radio y televisión, negando el complot y manifestando enfáticamente, estar “dispuesto a defender la Constitución de la República”.
Un año después, en un informe al Departamento de Estado, el embajador americano escribía: “[un golpe en aquel momento sólo podría ser perpetrado] por una combinación de herreristas, con elementos militares o paramilitares. Llevaría a la cumbre a los individuos políticos más corruptos y con menos condiciones de estadistas de este país. Los resultantes [de un] mal gobierno, corrupción y mal manejo de las relaciones con otros países, tenderían a solidificar contra ellos a la oposición no comunista y a la opinión pública”
Como era previsible la trama terminó siendo desbaratada, aunque no exterminado el instinto golpista que como la Hidra de Lerna se regenera de vez en vez. Los coroneles Ventura Rodríguez y Mario Aguerrondo, los Jefes de la Casa Militar del CNG, Juan C. Etcheverry y su sucesor Julio Tanco, definitivamente, habían reunido nuevos antecedentes a su voluminosa nómina del honor perdido.
Fragmentos de La Conjura de Cándido y Tartufo [Edición en desarrollo].