por Daniel Manduré | Mar 12, 2023 | Opinión y Análisis
Un nuevo 1º de marzo ha pasado. Se cumplieron 38 años de nuestro retorno a la democracia.
Con Sanguinetti a la cabeza y con Tarigo acompañándolo, se iniciaba un camino a través del cual se sentaban las bases para afianzar ese sentimiento republicano que nos debería llenar de orgullo a todos los uruguayos.
Un camino, desde aquel entonces, que ha sabido atravesar, momentos tortuosos, difíciles de transitar, plagado de espinas y de sinsabores, pero también, y sin ser contradictorio, con muchas satisfacciones, avances, logros y por sobre todas las cosas de consolidación democrática, instituciones fortalecidas, convivencia pacífica y bregando siempre por las más amplias libertades.
No es poca cosa.
Solo basta con mirar la realidad latinoamericana para valorar aún más lo que tenemos.
Abundan, lamentablemente en la región, gobiernos totalitarios, autoritarios, gobiernos despóticos, violación de derechos humanos, con presos políticos, destierros, tortura, muerte, corrupción, tiranos que despojan a prestigiosos referentes de su ciudadanía, presidentes que asumen frente a la ausencia del mandatario saliente.
Somos una isla, un ejemplo, en una región tumultuosa y de sostenida inestabilidad.
Miremos, aunque más no sea de reojo, a la vecina orilla y comparemos lo que sucedió en el inicio de una nueva legislatura en el Congreso argentino y lo que sucedió aquí. Un presidente y su vice que apenas se hablan, un primer mandatario abucheado e insultado durante su discurso y con una Cristina Fernández, de rostro adusto, imperturbable, que no aplaudió, ni siquiera una sola vez en ese extenso discurso presidencial.
Aquí fue diferente, porque somos diferentes.
Un presidente presente, que da la cara, que rinde cuentas al parlamento. Sobrio y claro, en la coincidencia y aún en la diferencia. Con un discurso interrumpido en media docena de veces por el aplauso de muchos y el silencio respetuoso de otros. Como debe ser.
Tres años de gestión de un gobierno, dos de ellos atravesados por la pandemia y hoy, con la peor sequía de los últimos 50 años, que ha hecho mucho y al que aún le queda mucho por hacer.
Ni el mundo de las maravillas, donde algunos aplauden todo, incluso aspectos negativos, ni los que parados en la vereda de enfrente nos pretenden pintar un país oscuro, tenebroso, donde critican todo, incluso lo bueno.
A los que nada les viene bien, ni siquiera cuando se anuncian rebajas de combustibles o de impuestos.
Preferimos transitar el camino del medio, sin miradas hemipléjicas, ni fanatismos, de reconocer los logros alcanzados (disminución del déficit, crecimiento económico, reducción de la desocupación, exportaciones récords, rebajas de impuestos, un hospital en la Villa del Cerro, una reforma educativa en marcha, entre otros) y la honestidad de reconocer que aún queda mucho por hacer, aún se está en el debe con algunos temas. Como lo reconoció el propio presidente en su discurso.
Pero todo ello es posible, el que apoya y aprueba la gestión, el que critica en forma implacable o el que informa y denuncia libremente gracias a la consolidación de un sistema republicano que lo permite, a sus fortalezas y a la estabilidad institucional.
Es una fecha especial para todos, un momento en el que los ciudadanos, más allá de ideologías o partidos políticos, creencias filosóficas o religiosas, reafirmamos nuestros más altos valores republicanos. Esos valores democráticos y de libertad que nos hacen inmensos como nación, más allá de nuestra pequeñez territorial.
Es un momento de reafirmaciones, desafíos, compromisos y esperanza que nos debería encontrar a todos unidos por principios superiores.
Sin pequeñeces ni mezquindades, con grandeza y tolerancia.
Aristóteles decía: “no se piensa sin imágenes”, los rituales, la simbología que hay detrás de un 1º de marzo y el posterior discurso presidencial deberían permanecer por siempre en nuestra retina, por lo que representan.
Porque sin democracia plena, sin libertad, tolerancia, partidos políticos fuertes, convivencia pacífica, esa que se comenzó a gestar en 1985, sin instituciones consolidadas nada hubiera sido posible. Sin una justicia independiente, la que llevó a procesar a un vicepresidente por primera vez en la historia o la que detuvo dentro de la propia residencia presidencial al jefe de custodia, sin nada de todo esto tampoco podríamos tener el terreno fértil para alcanzar las mejoras sociales, económicas y laborales que todos anhelamos.
Eso es lo mejor de lo nuestro, lo que desde afuera nos valoran. Preservemos y cuidemos esos valores, intentemos oponernos a que la pequeñez moral de unos pocos, nos lleve a cambiar el rumbo, que con tanto trabajo y sacrificio se logró construir.
!Viva la República!
por Daniel Manduré | Feb 26, 2023 | Opinión y Análisis
En el 2022 el Ayuntamiento de Madrid aprobó retirarle la llave de la ciudad que le fuera otorgada al presidente ruso Vladimir Putin, en el año 2006. Todos los grupos lo votaron, salvo el grupo de extrema derecha VOX.
Una medida acertada la del ayuntamiento de esa ciudad, adoptada después de la infame invasión rusa al territorio ucraniano. “Putin es todo aquello contra lo que luchamos: un régimen autocrático, criminal y corrupto”, manifestaban los partidarios al fundamentar dicha medida.
Esta decisión se diferencia radicalmente con la tibieza e hipocresía de las autoridades municipales montevideanas.
Diferentes intendentes frenteamplistas le entregaron a representantes de las más sangrientas dictaduras de la región la llave de nuestra ciudad. Entre ellos a Nicolás Maduro y Daniel Ortega, dictadores, con una interminable lista de atropellos a la democracia y libertades.
Fraude electoral, violaciones a los derechos humanos, presos políticos, tortura, muerte, corrupción, han caracterizado a estos tiranos.
Ya el año pasado todos los sectores opositores al gobierno departamental de Carolina Cosse coincidieron en que había que retirarle la llave de la ciudad al dictador Daniel Ortega.
El Partido Colorado había realizado un planteo formal y concreto en ese sentido. En aquel momento el evidente fraude electoral, con todos los opositores presos fue el detonante para tal solicitud.
La respuesta de las autoridades municipales fue que no existe una normativa que permita hacerlo.
El cinismo de esa respuesta era de esperar.
No hay voluntad política, ni interés real para hacerlo, esa es la verdad.
Le generaría seguramente grandes conflictos internos a los sectores frenteamplistas que apoyan a toda aquella dictadura de izquierda que anda en la vuelta.
Si la voluntad existiera, con la anuencia de la Junta Departamental, esas decisiones se pueden adoptar, además y de ser necesario, trabajar en la modificación del digesto municipal, indicando con claridad esa posibilidad.
Hoy hay motivos suficientes para insistir con dicha medida. Las últimas decisiones adoptadas por la dictadura nicaragüense lo ameritan.
Por si algo le faltaba a Ortega y a Murillo, su mujer, era expulsar, desterrar de su país a 222 presos políticos. Los acusan de apátridas, traidores a la patria, incitar a la violencia, menoscabar la independencia y terrorismo. El aparato sandinista también le confiscó sus bienes.
Despojando además de su nacionalidad a 94 diferentes personalidades opositoras al régimen. Entre ellos a los prestigiosos escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli, ambos en el exilio.
El destierro y despojarlo de su ciudadanía es para un ciudadano que verdaderamente ama su patria peor que la muerte. Pero el dictador sabe poco de eso.
Ese avasallamiento a las libertades individuales es sin dudas y por donde se lo mire violatorio del derecho internacional y de los más altos e inclaudicables valores democráticos.
Tamaña escoria no es merecedora de la llave de nuestra ciudad.
Nunca debería haberla recibido.
Es notorio que el otorgamiento de la “Llave de la Ciudad” y la consideración de “Ciudadano Ilustre” vienen en decadencia, se están devaluando considerablemente. Nunca un dictador puede ser merecedor de tan alto honor.
El Digesto Municipal en sus artículos 790 al 794, relacionado a “Reconocimientos honoríficos”, menciona que es una distinción que otorga la municipalidad a visitantes ilustres, que se distinguen por acciones altruistas, por su notorio prestigio en el campo cultural, científico, político, deportivo y sobre todo social y humanitario.
¿Dónde encaja un tirano en esa definición? Daniel Ortega no tiene honor como tampoco méritos políticos, sociales y menos aún humanitarios.
Con acuerdos y voluntad política real podemos retirarle la llave de la ciudad al dictador.
Repito, habría que insistir en ello.
También es muy valorable y a tener en cuenta la reciente propuesta del diputado Conrado Rodríguez, quien promoverá a nivel legislativo, basándose en el artículo 75 de la Constitución, para que los nicaragüenses despojados de su nacionalidad puedan acceder a la ciudadanía legal uruguaya.
Volviendo a la “Llave de la Ciudad”, el Frente Amplio tiene la palabra, decidir con acciones concretas de qué lado está.
O si prefiere parecerse al grupo de extrema derecha, ultraconservador y ultranacionalista VOX que terminò apoyando a Putin en Madrid.
por Daniel Manduré | Feb 15, 2023 | Opinión y Análisis
Nos equivocamos, es bueno reconocerlo. Llegamos a decir hace algún año atrás que era difícil que una fuerza política pudiera equivocarse tanto en la elección de un cargo con la mayor representatividad. Nos referíamos en esa oportunidad al presidente del Frente Amplio: Javier Miranda. No sabíamos que algo peor estaba por venir.
Miranda, que había derrotado a los candidatos del MPP y del Partido Comunista, quedó en poco tiempo sin respaldo político. Sus decisiones erradas y su perfil tan particular no lo ayudaron. Sus salidas destempladas y los escándalos internos, el más notorio, el caso Sendic, sin duda influyeron.
Un legislador frenteamplista llegó a decir:” Con su salida comenzamos a dar vuelta la página más oscura que ha tenido el Frente Amplio debido a la presidencia de Miranda”
Terminó yéndose por la puerta de atrás.
Pero lo peor aún no había llegado.
Después de un breve interinato de Ehrlich, apareció en escena Fernando Pereira, que lucìa ambas camisetas, la del Pit Cnt y la frenteamplista.
Todos pensamos que el perfil de apariencia conciliador que mostraba Fernando Pereira en muchos momentos en la central obrera y que contrastaba con el discurso más radical y de trinchera de Abdala, podía hacerle bien a su fuerza política y en ese relacionamiento duro pero a su vez respetuoso, civilizado y de dialogo, que deben tener necesariamente gobierno y oposición. Pero como decíamos al comienzo, nos equivocamos.
La metamorfosis del novel presidente frenteamplista fue increíble.
Seguramente empujado en alguna medida por ese relacionamiento interno de fuerzas dentro de esa coalición, donde los sectores radicales son amplia mayoría: comunistas, tupamaros y el socialismo ortodoxo gobiernan el frente amplio. No hay lugar para la moderación. El Astorismo es historia.
Tal vez tambièn en realidad estemos conociendo al verdadero Fernando Pereira.
Desde el inicio se opuso a todo, hasta encabezando caceroleadas en los momentos más angustiantes y dramáticos que le tocó vivir al país con el covid.
Se opuso a la ley de urgente consideración, incluso antes de conocerla. Nada de lo que el y su fuerza política vaticinaban se concretó. ¿en que quedaron los desalojos exprés, el gatillo fácil o la privatización de la enseñanza? Parecería querer decir “cuando peor mejor”.
A veces y de acuerdo a algunas de sus declaraciones parece hasta regocijarse por diversas situaciones por las que debe pasar el país.
Preside una fuerza política que fue incapaz en 15 años de transformar la educación, ni ofrecer una solución al gran tema de la seguridad social. Pero se oponen a ambas. Como se opusieron a la reforma de Rama y que hoy reconocen como la última gran reforma.
Todo está mal, ni un solo acierto para destacar. Esa estrategia extremista, radical y dogmàtica de mostrar un panorama negro, triste y abominable en todos los aspectos.
Solo resta que en algún momento salgan con la historieta baja y ruin, que utilizaron ex presidentes de decir que descubrieron a niños en algún rincón del país comiendo pasto. Aunque han estado cerca, al utilizar el hambre y ser cómplices de todas las mentiras y el fraude en torno a las ollas populares.
Agazapados esperando cualquier anuncio del gobierno, desde los más importantes a los pequeños para salir a criticar, incluso, si es necesario y utilizando una frase boxística, pegando bajo el nivel del cinturón.
La pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania o la sequìa no son pretextos, son una realidad. Quienes gobernaron durante 15 años y en tiempos de bonanza regional y mundial dejaron al país muy complicado.
No todo está bien, esa es la realidad, falta mucho. Hay promesas de campaña que hay que cumplir y si la fuerza mayoritaria de la coalición republicana que gobierna no lo hace, allí debemos estar los colorados y batllistas para recordárselas.
Pero de allí a no reconocer nada, a decir que todo está mal…estamos muy lejos de eso.
Está bien que la oposición sea dura, firme, crítica, pero también debe ser responsable, respetuosa, no mentir y presentar alternativas.
Para ganar una elección el Frente Amplio debe convencer al votante de centro, porque al fanático ya lo tiene. Para convencer al voto de centro màs pensante, no dogmático no lo va a ganar con el discurso barato, extremista, radicalizado y tremendamente demagógico de Fernando Pereira.
Seguramente ya varios frenteamplistas hasta estén recordando con cariño a Miranda y diciendo:
Volvé Miranda Volvé!
por Daniel Manduré | Feb 7, 2023 | Opinión y Análisis
La moral de Tartufo.
Puede llegar a ser larga, interminable y casi eterna si comenzamos a enumerar la lista de figuras públicas que no resisten un archivo. Esa imposibilidad de poder lograr cierta coherencia entre lo dicho y lo hecho. Entre lo que se afirma hoy, si lo comparamos con afirmaciones del ayer. Entre lo que le exigimos al otro que haga hoy y lo que hicimos nosotros cuando tuvimos incluso posiciones más ventajosas para hacerlo. Esa “agudeza” de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Pasa mucho y en todos los ordenes de la vida, pero sin dudas que lo vemos a diario en toda aquella actividad donde se haga polìtica.
Eso se ha transformado en un gran problema porque poco a poco va dinamitando un pilar fundamental del sistema: la credibilidad. Tan difícil de construir y tan fácil de dilapidar.
Aquellos que plantean algo y hacen lo contrario. Los que fingen ser lo que no son. Los que intentan mostrarse como tolerantes cuando en realidad el dogma los domina. Aquellos que intentan “vendernos” una imagen de dialoguistas y de escuchar al otro y en la primera de cambio sacan a relucir ese ego que los avasalla y un autoritarismo que les resulta imposible disimular. Hablar de democracia y apoyar dictaduras. Aquellos que tienen una mirada hemipléjica al momento de denunciar violaciones a los derechos humanos. Disfrazarse con la verdad, pero vivir en un mundo de mentiras.
Por supuesto que cometeríamos un gran error si generalizamos, si introducimos a todos en la misma bolsa, hay excepciones y en todos los partidos. Algunos podrán pregonar ideas que están en las antípodas de las nuestras y las combatiremos como siempre, pero que se han ganado nuestro respeto por su coherencia al momento de defender esas ideas.
Hace ya unos años se han creado en muchos países servicios de chequeos de datos al instante, los que son utilizados cada vez más por los votantes. Donde se monitorea la veracidad sobre las afirmaciones de los principales candidatos políticos. Grandes bases de datos donde se agrupan debates, proyectos, discursos y entrevistas, porque todo es de utilidad al momento de comparar dichos y ver si son veraces o por el contrario dejan a la figura pública en falsa escuadra. Esos sitios pueden incluso contener, además, datos estadísticos conocidos como “medidor de promesas”, donde se mide el porcentaje de promesas cumplidas.
Algo no anda bien si una buena parte del electorado recurre a sitios de “fact checking” para comprobar la veracidad de los dichos de determinado candidato.
La hipocresía, lamentablemente, va ganando terreno.
Por ello nos permitimos, a modo de reflexión, dejar algunos conceptos de José Ingenieros, en su obra, “El hombre mediocre” sobre la hipocresía.
La moral de Tartufo:
“La hipocresía es el arte de amordazar la dignidad. Es la falta de virtud para renunciar al mal y de coraje para asumir la responsabilidad”.
“Hiela, donde ella pasa, todo noble germen de las ideas. Los hombres rebajados por la hipocresía viven ocultando sus intereses, enmascaran sus sentimientos. Tienen la certeza íntima, aunque inconfesa, de que sus actos son indignos, vergonzosos, nocivos e irredimibles. Por ello es insolvente su moral”.
“Ninguna fe impulsa al hipócrita. Son audaces en la traición y tímidos en la lealtad. Conspiran y agreden en la sombra, difaman con afelpada suavidad.”
“Nadie puede confiar en su recalcitrante ambigüedad. Conciben la beneficencia como una industria lucrativa para su reputación y miden su generosidad de acuerdo con la ventaja que de ella puedan obtener”
“El hipócrita transforma su vida en una mentira metódicamente organizada. La mentira es su prodigioso instrumento. Solo finge lo que cree no tener”
“El que no tiene valor para la verdad es imposible que lo tenga para la justicia”.
por Daniel Manduré | Dic 3, 2022 | Opinión y Análisis
No se puede jugar con las necesidades de la gente. Usar el hambre con fines políticos partidarios.
Muchos son los grupos, organizaciones o individuos que ayudan desinteresadamente y muchas veces desde el anonimato a quienes màs lo necesitan. Empuñando una sola bandera: la de la solidaridad.
Pero también, lamentable y desgraciadamente se ha podido comprobar y que la investigación llevada por el Mides corroboró, que alguna organización en forma oportunista e inescrupulosa vió en los sectores con más carencias un campo fértil para los propósitos más ruines.
Cambiando un plato de comida por una firma, cambiando una vianda de alimentos por la militancia partidaria.
Las ollas populares no deberían existir, porque demuestran carencias asistenciales que hay que intentar cubrir con urgencia. Pero existen. Llegar con un plato de comida a determinados lugares se volvió en algo imprescindible, no como un fin en si mismo, no como algo permanente y estable, sino como una solución temporal y necesaria mientras de instrumentan medidas de fondo.
La difícil situaciòn por la que atravesò el mundo entero con la pandemia aún se siente, incluso hasta en los países màs poderosos económicamente. Las ollas populares, existentes hace varias décadas, aumentaron en forma notoria durante el 2020 y 2021 en Amèrica Latina. Uruguay no fue la excepción.
Donde la caída drástica de la actividad, golpeó con mayor dureza al trabajador cuentapropista, informal o al desocupado, más allá de la acertada estrategia de libertad responsable instrumentada por el gobierno.
A medida que lo peor de la pandemia iba pasando, los números en materia económica iban mejorando, comenzando poco a poco la reactivación económica.
Lo que comenzaba a llamar la atención que mientras el gobierno daba cuenta de la disminución del número de ollas, de quienes se atendían en ellas y por consiguiente de la caída de platos distribuidos.
Desde el Frente Amplio y desde organizaciones como la Coordinadora Popular Solidaria (CPS), tenían otro discurso, intentando implantar otro relato, que hablaba del aumento de las ollas, de los merenderos y de quienes se atendían en ellos. Se quejaban además que los insumos que les otorgaba el Mides eran totalmente insuficientes, con fuertes críticas en ese sentido.
Hay que señalar que la Coordinadora Popular y Solidaria recibió el apoyo total del Frente Amplio, dato importante para tener en cuenta.
Dado esa tan “extraña” diferencia en el relato, en los números, el Mides le solicitó a esa Coordinadora le hiciera llegar un informe sobre: cantidad de ollas y merenderos, ubicación, días, horarios y porciones servidas.
La respuesta inicial fue tan contundente como soberbia: “por cuestiones políticas no vamos a dar la información, es un tema del ministerio conseguir esa información”. ¡Increíble! Se les entregaban toneladas de alimentos y se negaban a rendir cuentas.
A partir de allí y después de varias idas y vueltas se obtuvieron los resultados finales de la investigación interna con datos tan contundentes como sorprendentes.
Por lo menos 68 ollas de las que la Coordinadora decía atender hace tiempo que no existían o incluso nunca existieron.
Se inflaban los datos.
Se actuaba de forma muy poco transparente, con ollas que recibían mucho menos insumos que los que tenían asignados.
Se hacía participar a los referentes de las ollas de plenarios donde se hablaba más de política que de las propias necesidades y problemáticas concretas.
Se los inducía a firmar contra la ley de urgente consideración.
Se retiraban insumos con un destino al que nunca llegaban.
Se hablaba también del desvío de alimentos hacia comités de base.
Hay denuncias concretas que afirman que los alimentos eran comercializados en forma particular en ferias barriales.
Esos datos no surgen de la nada, se recabaron a través de la investigación con más de 200 visitas y decenas de declaraciones de los involucrados, de referentes de ollas, vecinos de las mismas y los propios usuarios.
Una desgraciada situación.
El ministro de desarrollo social decidió enviar todos estos antecedentes a la fiscalía para que sea la justicia que investigue a fondo y diga si hubo delito. Hay hechos con apariencia delictiva, se habla de apropiación indebida e incluso fraude.
Las diferencias políticas, partidarias o ideológicas no pueden terminar en un vale todo.
Las medidas del Ministerio forman parte lo que debe hacer una buena administración, custodiando celosamente los dineros de los contribuyentes, asegurándose que beneficien a quienes verdaderamente lo necesiten. La CPS frente a esto recurre a la vieja estrategia de denunciar persecución, sobre todo cuando no hay argumentos que sustenten sus dichos.
La justicia tendrá la última palabra, de comprobarse delitos que caiga todo el peso de la ley sobre los responsables y con ellos la sanción moral a quienes siempre salieron desde lo partidario a apoyarlos.