Catedral de San Fernando

La Catedral de San Fernando en la ciudad de Maldonado, Uruguay, es una pieza arquitectónica que, a lo largo de más de un siglo, ha sido testigo de la evolución de la historia del país. Su construcción, llena de interrupciones, tropiezos y reanudaciones, ilustra la resiliencia de los uruguayos frente a las adversidades. La catedral, declarada Monumento Histórico Nacional, no solo es un espacio religioso, sino también un símbolo de la tenacidad de una nación que ha luchado por preservar su patrimonio cultural.

La Construcción de la Catedral

La idea de construir la Catedral de San Fernando surgió en 1796, cuando las trazas originales del edificio ya estaban listas. Sin embargo, los trabajos no comenzaron inmediatamente. Hubo que esperar hasta febrero de 1801, cuando se desalojó la antigua capilla y se pudo utilizar la del Cuartel de Dragones para celebrar el culto. Esta transición marcó el inicio formal de la construcción, aunque las dificultades no tardarían en aparecer.

Hasta 1806, las obras avanzaban con cierto dinamismo. Para ese año, una de las bóvedas ya estaba cerrada, y las otras dos estaban casi listas, con sus arranques estructurales en su lugar. Sin embargo, la invasión británica de 1806 detuvo drásticamente los trabajos. Durante este episodio, los invasores se llevaron no solo herramientas y materiales esenciales, sino también más de trescientas fanegas de cal, un elemento fundamental para la construcción en esa época. Este saqueo no solo paralizó el avance de la catedral, sino que también marcó el inicio de una larga serie de contratiempos.

La Independencia y las Luchas Políticas

A los problemas derivados de la invasión británica, se sumaron los conflictos que llevaron a la independencia de Uruguay. Entre 1811 y 1830, el país estuvo inmerso en una serie de luchas que también afectaron el desarrollo de obras de infraestructura, incluida la construcción de la Catedral de San Fernando. Durante este periodo, toda actividad constructiva se suspendió. Las guerras y la inestabilidad política impedían que se pudieran retomar los trabajos de forma efectiva.

Reanudación de las Obras

No fue hasta 1883 que la situación política y económica del país permitió reanudar los trabajos en la catedral. Para entonces, se habían logrado obtener los fondos necesarios para continuar con la edificación. A partir de ese momento, se completaron los muros de la nave central, se cerró la bóveda principal y se levantaron los dos campanarios. Finalmente, en octubre de 1895, el arzobispo de Montevideo, Mariano Soler, consagró la catedral, marcando su inauguración oficial.

La Unidad en el Diseño Arquitectónico

A pesar de las múltiples interrupciones que sufrió la construcción a lo largo de los años, el diseño original de la catedral se respetó en gran medida. Como gran parte de las fundaciones y los muros de carga más importantes ya estaban ejecutados antes de 1806, los arquitectos que retomaron el proyecto se vieron obligados a continuar siguiendo las líneas del primer proyecto. Esta continuidad en el diseño ha permitido que la catedral mantenga una coherencia estilística que se aprecia tanto en su exterior como en su interior.

La planta de la Catedral de San Fernando presenta un diseño aparentemente simple, pero con detalles que reflejan su complejidad arquitectónica. A primera vista, podría parecer que la catedral cuenta con tres naves, cuando en realidad solo tiene una, dispuesta en forma de cruz latina. Esta disposición se debe a la presencia del crucero, en cuyo centro se levanta una cúpula imponente con pechinas y un tambor cilíndrico. Nave, brazos del crucero y presbiterio están cubiertos por bóvedas de cañón seguido, mientras que las dos naves laterales aparentes están cubiertas por bóvedas de arista. Estas naves laterales, aunque parecen formar parte del conjunto principal, en realidad actúan como capillas independientes o galerías.

La Fachada Neoclásica

El exterior de la catedral es una composición del más puro neoclasicismo, un estilo que se caracteriza por la sencillez y la simetría, con influencias del arte clásico griego y romano. Esto es comprensible, dado que el diseño original de la catedral data de finales del siglo XVIII, una época en la que el neoclasicismo dominaba el panorama arquitectónico.

Uno de los elementos más destacados de la fachada es el porche, que, gracias a sus proporciones equilibradas y la disposición armónica de los vanos en “tramos rítmicos”, se considera una pieza arquitectónica de gran belleza. Los campanarios, que coronan la catedral, tienen cierta similitud con los de la Catedral de Montevideo, aunque los remates cónicos de la de Maldonado son menos gráciles que los de su contraparte montevideana, que cuentan con remates acampanados.

Un Interior Austeramente Elegante

El interior de la Catedral de San Fernando impresiona por su austeridad y sencillez. Las paredes, blanqueadas y sin excesiva ornamentación, crean una atmósfera de sobriedad y recogimiento. Una gran cornisa recorre el espacio a la altura de los arranques de la bóveda de cañón de la nave, y no hay más decoración que los arcos fajones y los lunetos, producto de las ventanas que se abren sobre la cornisa.

Estas ventanas, aunque pequeñas y situadas en lo alto, no son suficientes para iluminar adecuadamente el interior de la iglesia. Sin embargo, la luz que entra por las ventanas del tambor de la cúpula, en la intersección de la nave y el crucero, ayuda a proporcionar la iluminación necesaria, creando un ambiente sereno y contemplativo.

La Catedral de San Fernando como Monumento Histórico Nacional

En 1984, la Catedral de San Fernando fue declarada Monumento Histórico Nacional mediante la Resolución N.º 1238/984. Esta designación fue el reconocimiento oficial de su importancia no solo como edificio religioso, sino también como parte del patrimonio cultural uruguayo. La declaración de Monumento Histórico incluye tanto a la catedral como a su cementerio anexo y los entornos que rodean la Plaza San Fernando.

La ley 14.040, que regula la declaración de Monumentos Históricos en Uruguay, establece que estos pueden ser bienes muebles o inmuebles vinculados a eventos relevantes de la historia nacional, personajes ilustres o representativos de la cultura de una época. En el caso de la Catedral de San Fernando, su vinculación con la historia de Maldonado y la evolución arquitectónica del país la hacen merecedora de esta distinción.

La Catedral de San Fernando de Maldonado es mucho más que un edificio religioso. Su construcción, que abarcó más de un siglo, refleja la historia convulsa de Uruguay, marcada por invasiones, guerras de independencia y periodos de estabilidad. A pesar de los numerosos obstáculos, la catedral se erigió como un símbolo de perseverancia, manteniendo la esencia del diseño original y fusionando en su estructura siglos de historia y arte.

Hoy en día, este monumento neoclásico no solo es un lugar de culto, sino también un recordatorio del legado histórico y cultural de Maldonado y de Uruguay.